COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
AMLO GANÓ LA PRESIDENCIA, SIN DESMONTAR EL
APARATO INSTITUCIONAL DE LA PLUTOCRACIA
El presidente Andrés Manuel López Obrador recibió en las urnas el mayor respaldo popular de la historia en términos absolutos: más de 30 millones de votos y casi el 54 por ciento de la votación válida. En términos relativos estuvo muy lejos de aquellas votaciones de los candidatos presidenciales del PRI, cuando la oposición era simbólica y en 1976 ni siquiera presentó candidato, por lo que José López Portillo recorrió el territorio nacional haciendo round de sombra, como se dice en el argot boxístico, porque no tuvo adversario al frente.
La condición de principal líder político, social y electoral del país del tabasqueño propició que Morena, una organización sin estructura directiva en los estados y municipios, ganará la mayoría en las cámaras del Congreso de la Unión, gubernaturas, legislaturas locales y ayuntamientos, cuando el partido apenas había cumplido 4 años de fundado.
No es casual el que, a pesar de la campaña de los medios informativos en contra del mandatario, en la cual no sólo deliberadamente se miente, desinforma, calumnia y distorsionan los hechos, sino también se le insulta, ofende y agravia, siga contando con el respaldo de entre el 66 y el 72 por ciento de la población; es decir, cerca de 20 puntos porcentuales más del porcentaje con que ganó.
Tampoco es una invención su ubicación como el segundo jefe de Estado en el mundo con mayor aceptación de los gobernados, sólo abajo del primer ministro de India, según la evaluación de una prestigiada consultora internacional, una especie de Forbes en el campo de la calificación de presidentes y primeros ministros. No tienen ese respaldo social los grandes líderes mundiales del momento, algo que no reconocen sus opositores, ni los medios informativos y periodistas y, menos, la ultraderecha empresarial.
Con todas estas condiciones políticas, sociales y electorales que reúne el presidente Andrés Manuel López Obrador, su objetivo de un nuevo modelo de país, denominado cuarta transformación, enfrenta muchas dificultades para avanzar al ritmo que se necesita, porque ganó la posición de poder más importante del país, pero -por las mismas condiciones de su ascenso al poder por la vía democrática- no desmontó el aparato de dominación ideológica e institucional, como sí ocurre cuando las transformaciones se intentan a partir de la conquista del poder por la vía armada, mediante la cual se barren las instituciones encontradas.
Las leyes, los partidos opositores, la mayoría de los miembros del Poder Judicial y de su cúpula, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los grandes medios informativos, las élites académicas e intelectuales, el viejo sindicalismo corporativo y clientelar, y la misma concepción de la política y sobrevivencia de la ideología plutocrática, forman la oposición a la cuarta transformación e intentan frustrarla e impedir su consolidación, en lo que afecta sus privilegios.
El tema se examina poco, pero es importante conocerlo para entender, para saber y explicarse que existe una lucha exacerbada, aunque en el marco de la ley, por el modelo de nación y los términos en que se está dando esa contienda y los objetivos perseguidos: los privilegios e intereses de una minoría plutocrática de una minoría
Plutocrática y los derechos al bienestar de una abrumadora mayoría. Y especialmente por la definición de a cual de esos intereses sirven las instituciones.