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En 2018, Ultraderecha Empresarial Presionó para que Hubiera un Solo Candidato Vs. AMLO

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Foto: Archivo

*Peña Nieto resistió las presiones y no obligó al PRI a retirar a Meade.

De la redacción

La ultraderecha empresarial mexicana, cuyo operador político es Claudio X. González y tiene ahora como brazos electorales al PRI, PAN y PRD, buscó en los meses previos a la elección presidencial de 2018 unificar a la oposición para derrotar al candidato de la izquierda: Andrés Manuel López Obrador.

Cuando se convenció de que el tabasqueño, a quién mediante costosas campañas mediáticas de desprestigio y diversas maniobras de “guerra sucia” impidió alcanzar la presidencia de la República en 2006 y 2012, tenía en 2018 grandes posibilidades de triunfar, los dueños de las grandes fortunas y acaparadores del ingreso nacional presionaron al presidente Enrique Peña Nieto para impusiera un solo candidato.

Le propusieron al mandatario, a quien tenían sometido y convertido en rehén, al servicio de sus intereses, que maniobrara y obligara al PRI a retirar de la contienda a presidencial a su candidato José Antonio Meade Kuribreña.

El político mexiquense, quien hizo lo que le pedían, en ese 2018 se rebeló y no aceptó dejar a su partido sin primer candidato externo de su historia, por cierto, ideológicamente más cercano al PAN que al PRI.

La información fue proporcionada a los medios por el propio presidente López Obrador, pero los medios informativos la minimizaron, a pesar de la importancia noticiosa que indiscutiblemente tenía.

El fundador de Morena, quien ganó la presidencia de la República con más de 30 millones de votos, narró que cuando la ultraderecha empresarial (él no la denomina así) fracasó en su intento de retirar a Meade de la lucha, para que todo el apoyo opositor y de los grandes empresarios se concentrara en Ricardo Anaya, obligó al PAN a que le quitará a éste la candidatura, para que se respaldara al ex titular de las secretarías de Hacienda y Crédito Público y de Relaciones Exteriores.

Se trataba de que toda la oposición y el dinero de los empresarios se pusieran al servicio de un solo candidato presidencial, para juntar los votos y hacer un fraude descomunal, para que López Obrador volviera a perder.

Peña Nieto tampoco quiso aceptar la segunda propuesta. Según los enterados, porque sabía que ni con todas esas maniobras, incluyendo el fraude, podrían derrotar al candidato de la coalición “Juntos haremos historia”, y que si conocía la maniobra, podría ser perseguido implacablemente.

La participación de la ultraderecha empresarial fue decisiva para los triunfos del PRI en 1988, con su candidato Carlos Salinas de Gortari; y en 2012, con Enrique Peña Nieto como abanderado; de las vitorias del PAN en el 2000, con Vicente Fox Quesada; y en 2006, con Felipe Calderón Hinojosa. No obstante, las maniobras no se conocieron en tan pocos años, como ahora.

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