MAL MOMENTO DE GRANDES MEDIOS INFORMATIVOS:
OPERAN DE CARA AL ULTRADERECHISMO, Y PIERDEN
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Los grandes medios informativos pasan por un mal momento: perdieron credibilidad y se desgastaron muy pronto junto con sus periodistas estrella en su papel de opositores al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. También vieron mermados sus ríos de dinero, obtenidos por ingresos publicitarios de los poderes del Estado, empresas y organismos públicos.
Su nueva política informativa y analítica perjudicó el derecho constitucional de los mexicanos a estar bien informados, porque su información relacionada con las actividades del Poder Ejecutivo Federal es distorsionada, y en el campo de la reflexión suprimieron la pluralidad. No hay muchas voces discordantes de las posiciones de derechas, y las pocas que sobreviven, no pesan frente a la aplastante mayoría de los opositores al gobierno del presidente López Obrador.
Ya se ha narrado aquí como las empresas mediáticas recibían anualmente poco de 10 mil millones de pesos, facturados sólo por publicidad de la presidencia de la República, más una suma igual no facturada; es decir, en efectivo, en una verdadera evasión fiscal propiciada por el propio Ejecutivo Federal. Además, se convirtieron en proveedores de bienes y servicios, con excesivos sobreprecios.
Esta reducción de ingresos fue lo menos grave, porque la ultraderecha empresarial, gobiernos estatales del PRI, PAN, MC compensaron esas pérdidas. Lo que no recuperaron, ni recuperarán es su credibilidad y confianza de los lectores en general. Sirven y tienen crédito en el sector de los opositores al mandatario, a Morena y a la cuarta transformación, en donde algunos periodistas son percibidos como héroes.
Hay muchas interpretaciones y creencias sobre la decisión de los grandes medios informativos de convertirse en opositores. Unos sostienen que la reducción del gasto publicitario gubernamental del Ejecutivo los convirtió en enemigos del jefe de la nación, de su partido y especialmente de su nuevo modelo de nación, en el cual las empresas mediáticas no tienen privilegios.
Otros aseveran que los propietarios de medios impresos, electrónicos y digitales, por razones ideológicas formaron parte de los aparatos ideológicos del Estado Mexicano y particularmente de su representante, el gobierno federal, y que una vez perdida la presidencia de la República por el PRIAN, decidieron convertirse en aparato de la ultraderecha empresarial, en su lucha por la nación y para recuperar la presidencia de la República en 2024.
Creemos que las dos interpretaciones se complementan. Los grandes empresarios de la comunicación, con honrosas excepciones, nunca hicieron periodismo de cara a sus lectores, televidentes o radioescuchas, sino que privilegiaron sus intereses. Su misma conversión a críticos de los gobiernos, con la contratación a precios caros de figuras de prestigio, no fue para servir a la opinión pública, sino para incrementar y fortalecer su capacidad de sometimiento de las instituciones a sus interés económicos y de sus patrocinadores de la iniciativa privada.
Fueron exitosos en esta estrategia, porque doblegaron a los poderes constituidos y a sus instituciones, comenzando por los propios presidentes de la República de los primeros 18 años de este siglo, a quienes convirtieron en rehenes y dóciles sirvientes de sus intereses y de los que representan y que los benefician económicamente.
No obstante, fracasaron frente a AMLO, y en su intento de someterlo, y en ese afán mienten, calumnian, difaman, presentan una realidad alterada, distinta a la que vive el 75 por ciento de la población, lo que perdieron credibilidad y confianza ciudadana, y no pudieron ya enajenarle el apoyo popular al mandatario.