De la Redacción
La aseveración del dirigente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, hechas en el sentido de que a “los periodistas no hay que matarlos con balas: hay matarlos de hambre”, refleja claramente el concepto que tienen muchos altos políticos de los periodistas de infantería. Los desprecian, aun cuando les otorguen dádivas.
Al político campechano le ha dolido que en los medios informativos se le critique que el año pasado haya perdido elecciones de gobernadores hasta en entidades en donde no presentó candidatos propios y apoyó a los del PAN y el PRD, y también el que todo indique que el primer domingo del próximo mes perderá Oaxaca e Hidalgo, gobernadas por el PRI. Desde el mismo partido lo consideran, aun antes de que le ganen en esos dos estados, como su peor dirigente en la historia y, lo más grave, en el peor momento.
Todo ello lo saca de quicio y ahora se lanza contra los periodistas, como si fueran los culpables de sus fracasos como dirigente partidista. Le molesta que se comente la manera penosa como se ha aferrado al cargo a pesar de conducir a su partido a la ruina.
Y no se trata solo de Campeche, estado del cual él era gobernador con licencia y donde, como máximo dirigente de esa organización, llevó al partido hasta un humillante tercer lugar en la elección, con todo y la imposición de su sobrino como candidato.
Sin embargo, la actitud de ‘Alito’ Moreno hacia la prensa y los periodistas, no es un caso aislado en un partido que hasta antes de Carlos Salinas de Gortari jamás había perdido una elección de gobernador, pero ahora sería una gran sorpresa si conserva las dos gubernaturas que pondrá en juego el próximo 5 de junio o, para el caso, el Estado de México el próximo año.