*USA, con sociedad racista, clasista, individualista y adicta a las drogas.
De la redacción
En lo que va del año Estados Unidos registró más de 212 masacres, en las cuales las víctimas contabilizaron 4 o más por cada acto, aunque ninguna sacudió al mundo entero como la de Uvalde, Texas, del 24 de mayo, por Salvador Ramos, un joven de 18 años, sobre la cual se seguirá comentando durante mucho tiempo y no se olvidará.
Las circunstancias de que 19 víctimas fueran niñas y niños de entre 8 y 9 años confirieron al caso una resonancia mundial, mayor a la matanza en otra escuela de Newtown, Connecticut, de los mismos Estados Unidos de diciembre de 2012, donde fueron asesinados 20 niños y 6 adultos
En esta ocasión, de acuerdo con un seguimiento al tema por parte de “El Espectador”, las reacciones de lamento y condena a lo ocurridos incluyeron al Papa Francisco; al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, la Unión Europea, Israel y hasta Voloymir Zelensky, de Ucrania consideró terrible lo ocurrido.
No obstante, actos criminales como esta masacre no deben examinarse al margen del escenario estadounidense, deteriorado desde hace años por la descomposición social, el fortalecimiento del individualismo, el racismo, el clasismo y el endiosamiento del dinero y un consumismo extremo e insatisfacción interior de su gente.
Datos de las propias autoridades federales de los Estados Unidos, recabados por “El Espectador” indican que por esa misma pérdida de valores el consumo de drogas se ha expandido mucho.
Además, cada día los estadounidenses adictos consumen más drogas de diseño; es decir, sintéticas, de laboratorios, más potentes que la cocaína y la heroína, lo cual ocasiona cada año más de cien mil muertes por sobredosis.
De esa cifra, aun cuando el consumo no es mayoritario en el mundo de los drogadictos, el 70 por ciento de estos fallecimientos son por sobredosis de Fentanilo, la más dañina de todas las drogas, que forma adictos desde el primer uso y puede matar igualmente desde el inicio de la adicción, como no lo hace ninguna de las otras sustancias tóxicas prohibidas.
A este escenario se agrega la desintegración y falta de solidaridad familiar, que fomenta y agrava el consumo de drogas, más la existencia de abundantes armas en poder de civiles, que convierte a su población en la más armada del mundo. Por cada cien estadounidenses hay 130 armas; es decir, en una familia de 5 personas hay casi 7 armas en promedio, inclusive de grueso calibre.
La combinación de estos factores negativos explica las 212 masacres ocurridas este año en el territorio estadounidense, incluidas las de Payton Gendron, un joven de 18 años, a mediados del pasado mes, en una escuela de Búfalo, Nueva York; y la del día 24 en Uvalde, Texas.