De la Redacción
Hoy se cumplieron 51 años de la masacre de estudiantes en la Ciudad de México, por parte del grupo paramilitar “Los halcones”, al servicio del gobierno de Luis Echeverría Álvarez. Fueron muchos desarmados jóvenes asesinados, heridos, desaparecidos y detenidos. Se manifestaban pacíficamente, sin siquiera romper cristales, cuando fueron agredidos a balazos y con varas de bambú por agentes entrenados para reprimir.
Fueron días oscuros de intensificación de la “guerra sucia”, que combatió con graves violaciones de los derechos humanos a grupos juveniles alzados en armas en las zonas urbanas y rurales, especialmente en Guerrero, donde operaban las guerrillas rurales de Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas; y en las ciudades, donde actuaba la guerrilla urbana “Liga 23 de septiembre”.
Recordar esos ominosos hechos es obligación, como lo es la exigencia de que nunca vuelvan a repetirse. La represión es condenable, y ahora deben preservarse las condiciones para cambios radicales por la vía pacífica.