De la Redacción
Tienen razón los cuadros del PRI mexiquense al advertir que si Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, no pudo hacer que su sobrino ganará la gubernatura de Campeche, a pesar de que él era (sigue siendo) dirigente nacional de su partido y gobernador con licencia de esa entidad federativa, menos va a poder lograr que los candidatos priistas ganen en otros estados, y menos en uno tan complejo como el Estado de México, donde la clase priísta dominante no ve con buenos ojos las injerencias externas, de lo cual hay casos ejemplares, que ya se han comentado en el “El Espectador”.
Pero no solo eso, tan solo el año pasado Moreno Cárdenas perdió todos los estados que tenía el PRI en su poder y estuvieron en juego. Y este año las dos entidades priístas en disputa: Oaxaca e Hidalgo. Si no hubiera sido porque el PAN le cedió la candidatura para mandatario de Durango, sólo tendría al Estado de México y Coahuila en su cartera de estados, cuando hasta 1989 jamás había perdido uno solo.
En unos meses más gobernará Durango, “regalo” del PAN, porque éste gobierna actualmente esa entidad, y en suelo mexiquense los priistas sospechan que no fue generosidad del panismo, sino un acuerdo con Moreno Cárdenas para que el próximo año el abanderado de la alianza “Va por el Estado de México” sea un cuadro panista, presumiblemente, Enrique Vargas del Villar; en tanto el remate vendría en 2024, cuando Alito sería candidato presidencial por la alianza.