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Mitos y Realidades de la Elección de Gobernador

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Foto: Archivo.

LOS MITOS Y REALIDADES DE

LA ELECCIÓN DE GOBERNADOR

SIMPLISMO EN EL VIEJO ANÁLISIS DE ELECCIÓN

DE GOBERNADOR DE LA ENTIDAD MEXIQUENSE

Con grandilocuencia y sin el menor rigor analítico, en estos tiempos se afirma que la elección de gobernador mexiquense del próximo año decidirá el rumbo del país. Se trata de un evidente exceso, porque el destino nacional se juega en todo el territorio mexicano, y gane quien gane la titularidad del Poder Ejecutivo estatal, no determinará el éxito o fracaso de los objetivos estratégicos de la cuarta transformación.

Estas aseveraciones se inscriben en el viejo análisis simplista, esquemático y ayuno de verdadera reflexión e interpretación de los fenómenos políticos, sociales y electorales, por cuenta de periodistas quienes se quedaron anclados en la década de los sesenta del siglo pasado, cuyos métodos utilizados para conocer la realidad no funcionan ahora.

Por décadas se sostuvo en los espacios de opinión de los grandes medios informativos de circulación nacional, particularmente en los impresos, que la elección de gobernador del Estado de México era indicativa de lo que ocurriría en la elección del año siguiente, en cada caso; es decir, si ganaba el tricolor la titularidad del Poder Ejecutivo de la entidad mexiquense, se alzaría con el triunfo en la elección presidencial.

Durante el siglo pasado la hipótesis no era falsa, pero sí, engañabobos, porque el PRI era invencible y no corría riesgo alguno de perder la presidencia de la República, sin importar los resultados de la contienda interpartidista en el Estado. Nunca perdió hasta el año 2000, aunque un alto porcentaje de mexicanos está convencido de que también fue derrotado en 1988, pero triunfó oficialmente por un descomunal fraude en favor de Carlos Salinas de Gortari.

En el lado opuesto, aunque no se estudia mucho esta situación, el PRI perdió tres de las cuatro elecciones presidenciales de este siglo, a pesar de que había ganado un año antes las correspondientes elecciones de mandatarios estatales, como es fácil verificarlo con sólo hacer memoria de lo ocurrió en 1999, 2005 y 2017.

Arturo Montiel Rojas ganó la gubernatura en ese 1999 y al siguiente año, el 2000, el candidato de su partido, el PRI, Francisco Labastida Ochoa, fue derrotado por Vicente Fox Quesada, del PAN; en 2005 triunfó aquí el priista Enrique Peña Nieto, después presidente de la República, pero en el 2006 su correligionario Roberto Madrazo Pintado, quedó en tercer lugar en la elección de presidente de la República, que ganó, igualmente con fraude, el panista Felipe Calderón Hinojosa.

Las cosas fueron distintas en 2011, cuando Eruviel Ávila Villegas ganó la gubernatura, y en 2012 Peña Nieto ganó la titularidad del Poder Ejecutivo Federal; pero otra vez en 2017 se repitieron los casos de 1999 y 2005. Alfredo del Mazo Maza, del tricolor, triunfó en la elección de gobernador, pero un año después el PRI, con su candidato externo, José Antonio Meade, sufrió otra dolorosa derrota en la elección presidencial, lo cual prueba los mitos construidos sobre este tema.

Lo mismo pasa con eso de que la elección de gobernador o gobernadora mexiquense del próximo año decidirá el rumbo del país. Eso es simplista y falso, por más que el Estado de México tenga el mayor peso demográfico y lista nominal de electores de la nación.

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