De la Redacción
Estados Unidos y sus subordinados en la OTAN, los países europeos, dieron otra vuelta de tuerca a las tensiones y riesgos de una escalada de la guerra Ucrania-Rusia, al identificar a ésta última como el principal enemigo de la seguridad de Europa. El paso es demasiado peligroso, porque desde la visión guerrista de ese pacto, al enemigo hay que aniquilarlo.
Lo acordado por jefes de estado de las naciones de la OTAN representa un peligro para la paz mundial y el riesgo de una confrontación con armas nucleares, cuando lo que le conviene al mundo es un desarme y la solución de los conflictos entre países mediante el diálogo y la negociación de garantías de seguridad a todos los pueblos; es decir, el camino inverso al que está imponiendo Joe Biden. Estados Unidos intrigó para que Ucrania solicitara su adhesión a la OTAN, con lo cual la potencia norteamericana podría instalar misiles en la frontera rusa-ucraniana. Sabía que Rusia reaccionaría como lo hizo, por lo que también es corresponsable de esa guerra, que no afecta directamente a los estadounidenses, sino a los ucranianos.
Zelensky también tiene culpa de lo que le ocurre a su pueblo, porque fue insensato al pensar que ante la incorporación de su país a ese pacto militar y el riesgo que ello representaba para la seguridad de Rusia, ésta iba a permanecer indiferente y cruzada de brazos ante la posibilidad de que Estados Unidos instalara misiles en Ucrania, con carga nuclear apuntando a su territorio.
Es condenable la invasión rusa a Ucrania, pero se entienden esas acciones que causan mucho daño a ucranianos inocentes, porque el ingreso de la nación invadida a la OTAN hubiera sido una amenaza directa y cercana a la seguridad de los rusos. No debemos olvidar que Estados Unidos invadió a Irak con el argumento de que era amenaza a su territorio, cuando entre ambas naciones existe una distancia de más de 11 mil kilómetros.
