*Perciben colonos que no es normal su comportamiento: recorrer calles varias veces.
De la corresponsalía
Acapulco, Gro. En todo el país, desde hace unos años, se presentó el fenómeno de camionetas de carga que recorren las calles de colonias comprando fierros viejos. En altavoces y grabaciones anuncian su oferta de adquirir este tipo de desechos.
Compran de todo, desde estufas hasta colchones de desperdicios, pasando por refrigeradores, lavadoras, tambos, camas metálicas, hornillas y todo tipo de desperdicio que contenga acero, producto del acero u otros metales ferrosos.
“No parece normal lo que hacen”, comentó Leodegario Navarrete Arredondo, dirigente de colonias de este puerto, al comentar esta situación, muy extendida en todo el país, pero especialmente en las zonas urbanas con fuerte presencia de la delincuencia organizada.
Todos los días las camionetas de los fierroviejeros recorren varias veces las mismas calles, siendo que los desperdicios metálicos que presuntamente compran no pueden ser desechados en cuestión de horas. Un refrigerador, una estufa o una lavadora si no fue desechada en la mañana, no puede serlo en la tarde o al día siguiente, explicó el representante de colonias populares.
“Hay elementos para creer que en realidad estos compradores de fierros viejos combinan su actividad con la principal, de ‘halconeo’ para grupo criminales, a los que reportan cualquier movimiento de personas o presencia en las colonias de vehículos con placas de otras entidades federativas”, apuntó Navarrete Arredondo.
Es decir, sí, compran fierros viejos, pero como actividad fachada para encubrir su verdadera actividad de “halconeo”, al servicio de grupos criminales que necesitan conocer a tiempo la presencia de fuerzas de seguridad o de posibles enemigos en las colonias, abundó el luchador socia entrevistado.
Aportó otro elemento para robustecer su creencia sobre los compradores de fierros viejos: “compran muy poco, pero gastan mucha gasolina recorriendo varias veces las mismas calles de las ciudades, especialmente de las colonias peligrosas, por lo que evidentemente el negocio no les deja ganancias para vivir, pero les permite encubrir sus verdaderas actividades rentables de espías de grupos criminales”, abundó.
Navarrete Arredondo también expresó sospechas sobre los distribuidores de gas, que pasan por las mismas calles todos los días, cuando los clientes generalmente solicitan el producto por teléfono, y no tienen necesidad de andar circulando para ver quién desea el energético.
Recordó que un alto porcentaje de las pipas distribuidoras no son de las empresas gaseras, sino de particulares que compran el gas y lo revenden, por ello pueden andar recorriendo calles sin control, lo cual les permite igualmente hacer trabajo de “halconeo”, además de surtir el gas.