*Producen más gasolinas las refinerías que no se reconfiguraron: se robaron el dinero.
De la redacción
Los últimos sexenios federales invirtieron 8 mil millones de dólares (cerca de 163 mil millones de pesos) en la reconfiguración de tres de las seis refinerías de Petróleos Mexicanos (PEMEX), con el objetivo de elevar la producción y productividad de combustibles, pero esto no ocurrió.
Las plantas refinadoras de crudo de Cadereyta, Nuevo León; Madero, Tamaulipas; y Tula, Hidalgo fueron modernizadas con esos fondos, pero no incrementaron los volúmenes de gasolinas, porque el dinero se esfumó en la corrupción.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer esa situación, y detalló que mejor incrementaron la producción las refinerías que no fueron reconfiguradas: Salamanca, Guanajuato; Minatitlán, Veracruz; y Salina Cruz, Oaxaca, en las cuales no se gastó para ese fin.
Recordó que su gobierno ha invertido 356 mil millones de pesos en la modernización de refinerías, y se ha logrado aumentar 50 por ciento el volumen de producción, con la consiguiente reducción de las importaciones.
El mandatario dio a conocer igualmente que la corrupción de los gobiernos neoliberales en la práctica estaba privatizando áreas de las refinerías, pues alcanzaron a vender plantas que generan vapor necesario para el proceso de refinación.
Ese insumo ahora se compra a los dueños de esas plantas que antes eran de la denominada empresa productiva del Estado, pero fueron privatizadas ilegalmente, por lo que ahora se revisan si esa entrega se ajustó al marco jurídico vigente entonces o no, en cuyo caso podría revertirse la venta de las mismas.
La información sobre estas ventas increíbles se conocía desde hace tiempo, pero fue confirmada oficialmente. Nadie en su sano juicio, y menos un empresario, vendería una planta necesaria para etapas de sus proceso productivos y después le compra lo que produce para poder ejecutar esas fases de la producción.
Petróleos Mexicanos sí, lo hizo, y luego firmó contratos de hasta 25 años para garantizarle la venta a los dueños de la planta, con ello no sólo gasta en lo que no debería, sino también pone en riesgos sus procesos de refinación, porque si las empresas dueñas de las plantas quieren abusar en los precios y para lograr esos fines suspenden la venta, paralizarán los procesos productivos.