De la Redacción
Enrique Vargas del Villar, diputado local y ex alcalde de Huixquilucan, está obsesionado con la gubernatura mexiquense, y el líder nacional de su partido lo presenta como el panista con el mejor perfil para competir por ese cargo, el de mayor responsabilidad en el estado más poblado del país y, después de la Ciudad de México, con el mayor presupuesto entre las entidades federativas.
Sin embargo, el historial de Vargas del Villar no es perfecto como lo sugiere Marko Cortés desde la dirigencia nacional panista. Existen testimonios y evidencias que sugieren que el ex alcalde de Huixquilucan es un hombre violento, aunque él lo niegue, y su historial de escándalos también incluye inconsistencias financieras.
Por ser una figura pública, con más de una década en responsabilidades gubernamentales, está obligado a acreditar que pagó impuestos por los 70 millones de pesos utilizados en la compra de una mansión en Miami, Florida, y ello aceptando que los recursos se hayan originado de una exitosa actividad empresarial desarrollada en paralelo a su carrera política, así como justificar la constitución y empleo de una empresa ‘offshore’ en un paraíso fiscal para adquirir el inmueble. También debe aclarar por qué aparece en un ficha signalética como detenido por violencia de genero y lesiones.
Sobre su propensión a la violencia, también existen testimonios en su activad legislativa, y lo evidenció cuando en el Salón de plenos, en una sesión de la actual Legislatura Local intentó golpear a un diputado de Morena. Tuvieron que contenerlo varios de sus pares, porque trataba de agredir físicamente al representante popular morenistas, por lo expresado en la tribuna; es decir, hay testigos.
Si un personaje con fuero constitucional, como simple diputado, en pleno salón de sesiones intenta golpear a otro diputado, ya es de imagina de lo que sería capaz de hacer como gobernador contra un ciudadanos común que le exigiera solución a sus problemas.
El dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, presentó a Vargas del Villar como su mejor carta para la gubernatura. ¡Se imaginan cómo estarán las peores!
