“ALITO” Y EL DESPRECIO DE MUCHOS POLÍTICOS A
LOS PERIODISTAS, A QUIENES CORROMPEN Y USAN
MAXIMILIANO CASTILLO R.
La difusión de audios del dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, llamado “Alito”, fue analizada a partir del lenguaje vulgar, procaz y ofensivo del personaje, cuestionado hasta por altos cuadros de su partido, incluyendo a cerca de una docena de sus antecesores, muchos de ellos muy deficientes, pero no tan malos como el campechano.
No podía pasarse por alto la forma de hablar del político del sureste y de dialogar con otros de su misma catadura, pero no fue lo grave, porque es malo ser lépero, pero es mucho más ser extorsionador, corrupto y corruptor, como lo es igualmente grabar conversaciones sin autorización judicial.
Los editorialistas, columnistas, articulistas y otros que ocupan espacios de opinión en los medios informativos impresos y electrónicos reprobaron la forma como dijo las cosas el ex gobernador de Campeche, pero no ahondaron en qué cosas dijo, y debieron ser el objeto de las interpretaciones.
No se criticó a Moreno Cárdenas por confesar actos de extorsión a empresarios, de triangulación de dinero, de pago en efectivo a una televisora con cargo a las finanzas estatales, pero por servicios prestados a campañas del PRI, ni mucho menos se examinó la comisión del presunto delito de evasión fiscal que representa todo pago en efectivo sin cubrir los impuestos correspondientes.
En sus diálogos difundidos por su sucesora en la gubernatura de Campeche, Layda Sansores, “Alito” expuso una posición generalizada de políticos y gobernantes frente a los periodistas: su desprecio y deseos de que desaparezcan de la faz de la tierra. La opinión que tiene de los informadores y analistas profesionales es compartida por muchos de los políticos y hombres públicos encumbrados.
Habló, sobre todo y sin citar sus nombres, de los periodistas que ha sobornado con dádivas; es decir, de la relación periodista corrupto-político corruptor, con lo que de paso confirmó una vez más que quienes corrompen desprecian a los que se dejan corromper, aunque les pongan buena cara.
Lo más grave en este aspecto específico fue que el dirigente nacional del PRI forma filas entre los que desean la muerte de los periodistas, y sólo propone un método no delictivo para eliminarlos: “no hay que matarlos con balas, hay que matarlos de hambre”, propuso.
La comentocracia no reflexionó sobre este punto, por lo que no es difícil inferir que algunos o muchos de quienes tienen espacios de opinión en los medios informativos han recibido beneficios ilegales o al menos ilegítimos del lépero representante partidista, pues de otra manera no se explica su indiferencia ante la iniciativa de matarlos de hambre; es decir, no condena la ejecución de periodistas.
Nada más recomienda no asesinarlos con disparos de armas de fuego, sino negándoles dádivas, lo que es grave, porque no expresó juicios reprobatorios de las muertes violentas intencionales de que son víctimas modestos periodistas. Es grave también el silencio de los analistas famosos ante lo dicho por Moreno Cárdenas.