LAS MAÑANERAS CAUSAN IRRITACIÓN, PERO
DEMOCRATIZÓ EL TRATO PODER-PERIODISTAS
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Sus adversarios y principalmente la oposición mediática, afectada severamente por la interrupción de los ríos de dinero que empresas dueñas de diarios, cadenas de radio y televisión y periodistas famosos recibían de la presidencia de la República hasta noviembre de 2018, no entiende las razones de la alta popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, a un año y 11 meses de dejar el poder.
Menos explicación le encuentran al fenómeno, porque durante cerca de cuatro años han desplegado una intensa y extensa guerra de desgaste, basada en mentiras, calumnias, no exenta de insultos y ofensas personales y familiares del mandatario, y de silenciamiento o minimización de los avances obtenidos por su administración. La estrategia para debilitarlo se basa en la alteración deliberada de la realidad del país, denunciando una supuesta destrucción de instituciones, la supresión de libertades y el avance hacía una dictadura, cuando una abrumadora mayoría de la población no ve por lado alguno esa destrucción, y medios informativos, periodistas y opositores disponen de libertades nunca conocidas en un siglo.
Unos y otros no han logrado convencer a la ciudadanía que haga suyos sus objetivos de lucha. No convence de que se trata de los mismos intereses; es decir, que lo que perjudica a los propietarios de las corporaciones empresariales, de la oposición partidista y los medios informativos daña también a la población, porque ésta sabe que son diferentes y en muchos casos, opuestos.
La lucha opositora y en especial de los grandes medios informativos, dirigida a restarle bases de apoyo al presidente no encuentra eco en la mayoría. Convence a los convencidos de que López Obrador está destruyendo a México, y aun cuando suman millones, son pocos comparados con quienes lo apoyan y le creen.
En las redes sociales, en la que también gastan mucho los opositores partidistas y la ultraderecha empresarial, aun con sus bots, forman minoría frente a los partidarios del tabasqueño y de la cuarta transformación, lo que irrita adicionalmente a esos intereses económicos y políticos antilópezobrador.
En este escenario de la lucha ideológica y el trabajo desinformador de los medios informativos, se desarrollan las conferencias mañaneras, bautizadas así por la oposición mediática para descalificarla, pero hasta en eso fallaron, porque sustantivaron ese ejercicio de comunicación democrático y democratizador.
Nunca periodistas mexicanos modestos habían tenido la oportunidad de entrar a Palacio Nacional y sentarse frente y preguntarle directamente al presidente de República o exponerle problemas de sus pueblos, regiones o estados, con todo el riesgo de que no venzan la tentación y se conviertan en gestores o “coyotes”, por la oportunidad que tienen de hablarle directamente al jefe de la nación, como la tienen y la desaprovechan los periodistas famosos, detractores de López Obrador, porque no acuden o no preguntan
Tampoco se descarta que los con vocación laudatoria encuentren un paraíso en las mañaneras, pero aun con todos esos inconvenientes, estamos ante una democratización de la información presidencial, lo que no es poco e irrita a los periodistas que se hicieron multimillonario al participar en el saqueo de fondos públicos federales y no se conforman con hacerlo con los gobiernos estatales del PRI y el PAN que quedan.