*El dato fue motivo de celebración más que de alarma.
De la Redacción
El mundo alcanzó la madrugad del martes de esta semana los 8 mil millones de habitantes. El hecho fue celebrado como un dato relevante y casi se festejó, como si ese brutal peso demográfico no representará un real riesgo para la viabilidad de la humanidad.
No se reflexiona sobre los efectos negativos del crecimiento demográfico y la desigualdad económica en el futuro de la humanidad; sobre todo, ante las actividades depredadoras de la naturaleza por parte de las corporaciones empresariales globales que, en su demencial búsqueda de ganancias, son precisamente las que están agravando el problema del cambio climático.
El crecimiento de la población hasta los 8 mil millones de habitantes debe examinarse a partir de la capacidad del planeta y sus recursos naturales para seguir aumentando la producción de bienes; sobre todo, de alimentos y niveles de ingresos para una vida digna de esa población.
No debe olvidarse que después de que el mundo llegó a los mil millones de habitantes, alcanzar los dos mil millones requirió de 200 años, y ahora se aumentan mil millones de seres humanos cada 18 años, por ello los grandes líderes mundiales están obligados a diseñar políticas coordinadas globalmente, para lograr una verdadera sustentabilidad y una justa distribución del ingreso global y en cada país. Sobre todo, deben frenar y revertir la tendencia a la desigualdad económica y social.
Sobre esto debe reflexionarse y actuarse, y no ver el hecho de llegar a los 8 mil millones de seres humanos sólo como una hazaña sin consecuencias en la humanidad.