De la Redacción
Si hay un sector empresarial peleado a muerte con la sensibilidad y responsabilidad social de las empresas, ese es -todavía más que el resto de la iniciativa privada- el de los banqueros. Su espíritu usurero se acentuó ahora con la pandemia, de lo cual uno de los muchos ejemplos lo constituye BBVA. En el año 2020, el de la pandemia, ganó 42 mil 860 millones de pesos, y en el 2021, 65 mil 502; es decir, 108 mil 367 millones de pesos, sin contar las ganancias que lleva este año, y que serán mayores a las del 2021.
A pesar de esas utilidades descomunales, se niega y recurrió al amparo para no cubrir mil 600 millones de pesos de impuestos sobre ganancias de un año antes de la pandemia de Covid-19. La mezquindad de ese banco extranjero, de capital español no puede ser más evidente que en este caso.
Los bancos, a diferencia de las empresas de otras ramas de la economía nacional, no arriesgan capitales. El dinero no es suyo, sino de los ahorradores. Su ganancia es pagar bajos intereses a los ahorradores y fijarles altas tasas a los créditos. El diferencial entre ambas tasas alcanza un porcentaje que no se conoce en el país donde BBVA tiene su matriz.
No le importa al banco saber que es su obligación, no cortesía pagar impuestos y que con estos ingresos se atienden necesidad de la población y se financian los programas sociales. La mezquindad llega a grado de miseria y ruindad.