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Coordenadas Políticas – Macario Lozano – Violencia de Género y Educación

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COORDENADAS POLÍTICAS

MACARIO LOZANO R.

RESOLVER A FONDO Y PARA SIEMPRE LA VIOLENCIA

CONTRA LA MUJER EXIGE PESARLO DESDE LAS AULAS

No es pose, moda, ni demagogia, sino describir una realidad al sostener que las mujeres integran la mejor parte de la humanidad. Esa población femenil de miles de millones es más generosa, honesta, con mayor disposición al trabajo y al sacrificio en favor de la familia. Y a pesar de esta realidad, han sido maltratadas, explotadas, invisibilizadas y excluidas de la toma de decisiones por la porción masculina, aun en el interior de los hogares. Esto lleva milenios.

A esta segregación se agregó en las últimas dos décadas la violencia asesina contra las mujeres, la mayoría de las veces, víctimas por sus propias parejas, en una situación que justifica de sobra las protestas, marchas y exigencias multitudinarias del fin de la violencia en su contra y el establecimiento de condiciones legales y sociales que les garanticen la efectividad de su derecho a una vida digna de violencia en todas sus modalidades.

Los feminicidios y muertes violentas intencionales de mujeres son la expresión más brutal de las condiciones de sometimiento de las mujeres por los hombres, pero estos casos son la parte visible de sus padecimientos, porque el problema extendido y que afecta decenas de millones de mujeres en México es la violencia intrafamiliar, cuya prevención, combate y erradicación será extremadamente difíciles en la situación actual.

Uno de los obstáculos a vencer es la renuencia de las mujeres agredidas por sus parejas a denunciar la violencia de que son víctimas, lo cual se combina con la falta de sensibilidad institucional ante el problema y su inacción o acción insuficiente en ante las acusaciones penales de los delitos de violencia de género contra las mujeres.

Para entender el problema de la no denuncia debe partirse del hecho de que los casos de agresión llevados al ministerio público son un ínfimo porcentaje de los totales perpetrados y que de los presentados sólo un bajo porcentaje termina con el castigo del violentador, porque también en un alto porcentaje las agredidas no continúan con su reclamo de justicia, lo que abona a la impunidad y al mantenimiebto de las condiciones que alienta la repetición de la violencia de género contra las féminas.

Esta violencia no denunciada, que en una alta proporción es permanente en los hogares, en los noviazgos, en el trabajo, en los centros de estudios y recreación, tiene garantizada la impunidad, porque las autoridades las autoridades la desconocen y no pueden ingresar a los domicilios donde se registra esta violencia contra las mujeres.

Esa parte representa cerca del ciento por ciento de la violencia en cuestión, y su erradicación definitiva exige la formación desde el kinder de una cultura de respeto entre loa niños y de éstos hacía las niñas, como un comportamiento generalizado y para las etas de la vida adolescente, joven y adulta. Sólo así se terminará con la violencia contra la población femenil.

Esta violencia es la más grande y grave, porque si bien hay la denominada violencia política de génwero, la cual debe terminar, ésta afecta a un reducido número de las mujeres, y aunque es condenable la discriminación política, esa no ocurre en forma generalizada contra las decenas de millones de mujeres mexicanas. Y nunca será lo mismo la discriminación de una mujer política que si puede ser diputada local sea alcaldesa o si puede ser senadora sea diputada federal y que si puede ser gobernadora sea senadora o integrante de un gabinete estatal, que la situación de las mujeres que son maltratada maltratadas todos los días por sus parejas, especialmente al interior de sus domicilios, porque adicionalmente las primeras pueden hacer pública su inconfrmidad y sus reclamos y las segundas, no.

La situación se agrava porque las autoridades educativas no ponen énfasis en la educación para la igualdad, respeto entre niñas y niños y la erradicación de cualquier forma de discriminación y maltrato a las féminas. Cambiar esa mentalidad no será fácil, ni rápido, pero debe trabajarse en las aulas desde ahora, para que lograr el cambio no demore mucho.

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