COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
DEBE EVITARSE LA TRANSFERENCIA DE VOTOS DE
UN PARTIDO A OTRO: VIOLA LA VOLUNTAD POPULAR
El escándalo generado por la incorporación subrepticia a las reformas de leyes electorales secundarias de disposiciones que garantizaban a los partidos minoritarios conservar su registro aunque no alcanzaran el 3 por ciento, no permitió detectar la permanencia de otros artículos vigentes y que afectan y distorsionan, inclusive pervierten la lucha comicial.
Se trata de la posibilidad legal del trasvase o transferencia de votos de un partido grande a uno chico, con el cual forme alianza electoral. Esa figura debe suprimirse, porque es de lo más antidemocrático posible y permite darle vida artificial a organizaciones políticas sin respaldo popular, cuyos dirigentes son incapaces de hacerlas crecer por la única vía legítima: la de los votos.
En el caso de la propuesta (en realidad, maniobra) introducida en la iniciativa de cambios a 6 leyes electorales, presentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, para que los partidos minoritarios que no alcanzaran el 3 por ciento de la votación general en comicios federales, en lugar de perder el registro en forma automática, tuvieran oportunidad de conservarlo si obtenía el 3 por ciento en al menos 17 entidades federativas, era notoriamente inconstitucional.
La bancada de Morena incurrió en el error de satisfacer la demanda de sus aliados PT y PVEM de que se les garantizara mantener su registro, aun sin alcanzar el umbral del 3 por ciento. La excusa de que se trató de un descuido no es creíble, y mucho menos lo de atribuirle a “duendes” esa pifia. De todos modos, el intento perjudicó la imagen de los morenistas.
La disposición incorporada a la iniciativa en cuestión fue aprobada por mayoría, y cuando se detectó seguramente alegró al PRD, que ahora en cada elección corre el riesgo de perder el registro. Para evitarlo se alía con el PRI y el PAN, pero aun así el peligro de perderlo y con ello dejar de recibir, dinero, cargos de representación popular y beneficios económicos para sus dirigentes, derivados de su interlocución con el poder público y los poderes fácticos económicos.
El “error” o maniobra fue detectado y subsanado, pero generó escándalo y afectó a Morena; sobre todo, porque dio material a la oposición para lanzarse con todo y exagerar la situación, para poner esa situación como ejemplo del, según ella, el desastres que prevalece en el gobierno de la cuarta transformación.
Mucho se criticó el caso, pero no se reparó en que la reforma dejó intacta la figura legal electoral que permite el trasvase o transferencia de votos de un partido grande a uno chico, con el cual se alié en los procesos electorales. Es legal, pero su legalidad no puede ocultar, ni desvanecer el hecho de que se trata de una figura de lo más antidemocrático que puede existir.
Si en Estados Unidos una de sus grandes fallas en sus sistema electoral, que distorsiona su democracia es la de que un candidato presidencial puede ganar mayoría, pero o el cargo, en México el trasvase de votos constituye un atentado a la voluntad popular, porque los votos emitidos a favor de un partido pueden atribuirse a otro, por acuerdo de las dirigencias partidistas. Y eso sigue y nadie se escandaliza.