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Gabriela Mistral: Premio Nobel y su Lucha en Condiciones Adversas

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Foto: Internet.

*La poeta, pedagoga, diplomática padeció en Chile exclusión. *Trabajó en México.

De la redacción

El año pasado se cumplió un siglo del arribo a México de la poeta chilena Gabriel Mistral. Vino a trabajar, invitada por el secretario de Educación Pública, José Vasconcelos. Nadie sospechaba de su talla literaria, que la conduciría a obtener el Premio Nobel de Literatura en 1945.

En nuestro país desplegó su vocación pedagógica. Participó en las Misiones Culturales diseñadas por el intelectual mexicano  para crear una red nacional de escuelas y bibliotecas rurales para alfabetizar y dignificar el campo, recuerda María Soledad Falabella Luco, en un brillante y corto texto.

Mucho se ha escrito y escribe sobre la poeta y pedagoga chilena, quien apoyó y orientó en sus inicios a un joven poeta, famoso después con su seudónimo de Pablo Neruda, ganador igualmente del Premio Nobel de Literatura.

Se destaca su dimensión literaria, intelectual y humanista, pero no se pone énfasis en las extremadamente difíciles en que se desenvolvió la poeta en su país, por su posición que guardaba ante temas urticantes para una sociedad conservadora.

La poeta se adelantó mucho a su tiempo y fue de las primeras en América Latina en preocuparse de las condiciones de la mujer, no ocultó su lesbianismo y por ello desde su juventud sufrió hostigamiento.

Se adelantó a las luchas feministas y de la diversidad sexual, en un tiempo en que la Iglesia ejercía una enorme influencia sobre el poder público, pues la separación

Iglesia-Estado, que aquí concretaron las Leyes de Reforma de Juárez en 1860, en Chile se logró hasta 1925. La poeta vivió sus primeros 36 años en ese ambiente dominado por el conservadurismo y la Iglesia Católica, con escasa tolerancia.

Una de las expresiones de esa intolerancia fue su exclusión cuando quiso ingresar a la Escuela Normal de la Serena, recuerda Falabella Luco. Sin argumentos válidos simplemente rechazaron su solicitud, y tiempos después se enteró que fue un capellán quien ordenó no aceptarla, porque le disgustaron una versos de Mistral, publicados en un periódico local.

La misma clase intelectual orgánica al régimen la menospreció. Sus creaciones poéticas entusiasmaron a muchos, pero los críticos le restaron méritos. Calificaron de “oscuros” sus versos e impropios de una mujer.

Irritaba al conservadurismo chileno sus posiciones que la derecha consideraba socializantes y su apoyo a la lucha del general Sandino en Nicaragua. Era incómoda, porque además, físicamente no respondía a la imagen que debía tener una chilena para ser aceptada por el conservadurismo.

Todavía cuando la invitó Vasconcelos a venir a México para colaborar en su cruzada nacional contra el analfabetismo, un miembro del gabinete presidencial chileno le recomendó invitar a otra mujer, más inteligente y reparada que Mistral, y que, según su  dicho, abundaban en Chile. Todo eso pasó Gabriela Mistral, lo que ignora un alto porcentaje de los mexicanos ajeno al mundo literario.

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