*Cargó durante su papado con la mancha de haber sido hitleriano de joven
De la redacción
El fallecimiento del Papa Emérito Benedicto XVI puso fin a una situación no vivida en 600 años en la Iglesia Católica mundial. Tener dos papas al mismo tiempo: el en funciones, Papa Francisco y el en retiro, pero residente de El Vaticano, su antecesor.
La muerte del anterior papa dio lugar a una serie de revisiones sobre su papado, pero también sobe su pasado juvenil y su militancia en el segmento ultraconservador del catolicismo a escala planetaria.
Nadie discute su enorme dimensión teológica y su amplísima cultura general, que lo ubica como uno de los papas más cultos de la historia, pero le cuestionan su posición contraria a toda expresión liberal de los obispos y sacerdotes.
Fue explícita su reprobación a la corriente eclesiástica de la “Teología de la Liberación” y de “Opción preferencial por los pobres”, a las cuales consideraba influenciadas por el pensamiento marxista.
El caso de los sacerdotes pederastas que estaban bajo su jurisdicción cuando fue obispo de Múnich, Alemania (1977-1981), y que protegió, deterioró su imagen como guía del catolicismo mundial, lo que no desvaneció con su solicitud de perdón y su confesión de que se sentía avergonzado. También protegió a Marcial Maciel.
Expertos en temas de la Iglesia Católica mundial sostienen que en período oficial de Benedicto XVI fue de 8 años, pero su control sobre El Vaticano fue más extenso, pues ejerció una enorme influencia en el papado de Juan Pablo II y en los años de enfermo que éste padeció, era el verdadero poder tras el trono.
Ejercía ese poder desde su condición de jefe d la Congregación para la Doctrina de la Fe, como se conoce ahora a lo que antes fue el Santo Oficio de la Inquisición, la estructura ultraconservadora del gobierno de El Vaticano.
Al cardenal Ratzinger atribuyen especialista la conversión del Papa Juan Pablo II en un eficaz luchador en favor del sistema capitalista mundial contra el sistema socialista, en cuyo desmantelamiento el pontífice de entonces tuvo un protagonismo de primera importancia, como lo planeó el jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, un furibundo anticomunista.
No obstante, lo que más dañó su imagen fue la difusión de su pasado como miembro de las juventudes hitleriana y su participación en la Segunda Guerra Mundial en las fuerzas de Adolfo Hitler. Esa mancha no se desvaneció a pesar de que sus defensores argumentaron que en su tiempo de juventud el reclutamiento militar de jóvenes era obligatorio en Alemania y Ratzinger no tuvo forma de evitarlo.
Al asumir la jefatura del catolicismo mundial en 2005, adoptó el nombre de Benedicto XVI en honor al Papa Benedicto XV, que inició su papado al estallar la Primera Guerra Mundial y la declaró “un suicidio de la civilización europea”. Buscó mediar entre las partes para encontrar la paz, pero ambas rechazaron su plan. Los especialistas en estos temas sostienen que lo que más admiraba Ratzinger de Benedicto XV era su anticomunismo, que el fallecido Papa Emérito compartía.
Visitó México en mayo de 2012, último año del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. Estuvo en Silao, Guanajuato y León, donde se reunió con los miembros de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y representantes de las conferencias episcopales de todo el continente americano.
El entonces presidente le dio la bienvenida, y desde la izquierda mexicana se interpretó su visita como un espaldarazo a la derecha a pocas semanas de la elección presidencial y comicios legislativos federales, pero en esa ocasión la candidata panista, Josefina Vázquez Mota quedó en tercer lugar, atrás del ganador, Enrique Peña Nieto y del segundo lugar, Andrés Manuel López Obrador. ¡Descanse en paz!