De la Redacción
Entre los cuadros estatales de Morena circula con insistencia la versión de que el senador Higinio Martínez será nombrado próximamente embajador de México en Cuba. Si eso ocurriera, no tendría problemas para ser ratificado por la Cámara Alta del Congreso de la Unión, porque sencillamente forma parte de la misma.
Si Martínez Miranda se convirtiera en diplomático, quien sería el hombre más feliz -incluso que él- sería Ricardo Moreno Bastida, exdirigente estatal del PRD y ex secretario del ayuntamiento de Toluca, en el cabildo de Juan Rodolfo Sánchez Gómez.
La razón es que Moreno es suplente de Martínez Miranda y llegaría nuevamente al Senado de la República, como ya lo hizo cuando el texcocano solicitó licencia para dedicarse a buscar apoyos para ganar la encuesta que decidió la coordinación de los comités de defensa de la cuarta transformación en el Estado de México, antesala de la precandidatura y candidatura para la gubernatura, que finalmente perdió.
Por cierto, como político el senador Martínez Miranda puede tener muchos defectos, pero no es enemigo de la libertad de expresión, como lo acusó un periodista hace poco. No es represor y menos de periodistas, debe decirse en su descargo, y no hay explicación lógica a esa acusación pública.
Si se concretara su nombramiento de embajador en Cuba, el senador se sentiría a gusto allá, porque como todos los de su generación, es admirador de la Revolución Cubana y de su principal líder, el fallecido Fidel Castro Ruz; es decir, es una posición deseable y emblemática para cualquiera que se considere de izquierda.