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Grandes Medios: No Velan por Intereses de Lectores – Maximiliano Castillo

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Los grandes medios nacionales no velan por los intereses de los lectores, sino por sus negocios particulares. Foto: Archivo

NO HAY GRANDES MEDIOS INFORMATIVOS AL

SERVICIO DE LOS INTERESES DE LOS LECTORES

MAXIMILIANO CASTILLO R.

Los grandes medios informativos de América Latina son, con las excepciones de la regla, de derecha, aun cuando se disfracen de profesionales y de estar por encima de las disputas políticas por el poder; es decir, que informan y analizan objetivamente y sin sesgo, cuando en la práctica están aliados, defienden y representan los intereses de los dueños de la riqueza en cada caso.

México no es la excepción; al contrario, casi todos los medios impresos y electrónicos importantes también pertenecen, representan, defienden y desarrollan sus actividades informativas y analíticas desde la óptica de quienes concentran el ingreso. Siempre ha sido así, pero ahora no pueden ocultar su verdadera esencia, como podemos comprobarlo con sólo leer sus secciones de opinión, ver y escuchar sus mesas de análisis.

La única diferencia con los medios informativos latinoamericanos es que aquí no hay una corporación empresarial mediática que domine el mercado de la información y la reflexión. No hay una compañía como la de “El Clarín”, en Argentina, “O’ Globo”, en Brasil; “El Mercurio”, en Chile; o “El Correo”, en Perú.

No obstante, la diversidad de medios en México, que podría ser socialmente útil, en la práctica no lo es, porque todos coinciden en sus políticas de información y análisis favorables a los intereses de la llamada ultraderecha empresarial. Y si hasta noviembre de 2018 sirvieron al poder público; sobre todo en lo que va de este siglo, fue porque los presidentes Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto también estaban al servicio de la ultraderecha empresarial.

Los medios informativos mexicanos no tenían necesidad de combatir al poder público, porque los tres mandatarios les daban más de lo que le pedían y la ultraderecha empresarial los tenía de rehenes y les otorgaban libertad absoluta para saquear de diversas formas al país.

En estas condiciones ocurrió el cambio en la presidencia de la República, con el arribo de Andrés Manuel López Obrador, un político opositor al que combatieron, calumniaron y “satanizaron” para, precisamente, tratar de impedir que alcanzara el poder, que de facto también era suyo de su patrocinadora, la ultraderecha empresarial (la clase empresarial es de derecha, pero un segmento reducido de la misma, el más acaudalado, es de ultraderecha).

Con esta posición, y sus antecedentes de detractores del ahora mandatario, no deben sorprender las campañas de desprestigio que inician en su contra, aprovechando cualquier pretexto y recurriendo a la mentira descarada, en la misma estrategia de Goebbels, el propagandista nazi.

Llama la atención la ausencia de medios informativos que privilegien los intereses de sus lectores, radioescuchas o televidentes. Si se excluye a “La Jornada”, todo el campo de la información y el análisis lo ocupan los medios al servicio de la plutocracia mexicana, y eso no es positivo para la democracia y el derecho constitucional de los mexicanos a esta bien informados. 

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