*En el mejor de los casos, ignoraba lo que hacía su hombre de confianza.
De la redacción
Cabe la posibilidad de que Genaro García Luna no involucre en sus vínculos con narcotraficantes a su jefe, que le dio absoluta confianza como secretario de Seguridad Pública Federal, el expresidente Felipe Calderón Hinojosa, pero de todos modos éste saldrá severamente dañado. Será de los más damnificados por el juicio que enfrenta el primero en un juzgado de Nueva York.
Peor le irá si llega a ser mencionado como enterado de que su hombre de confianza protegía al “Cartel de Sinaloa”, del cual recibía sobornos millonarios en dólares cada mes. Tal vez previendo este riesgo, el exmandatario decidió irse a España, donde podría defenderse mejor que aquí de una solicitud de detención provisional con fines de extradición a los Estados Unidos.
En el mejor de los casos, quedará exhibido como un presidente tan inepto y desinformado que no supo de las andanzas de su secretario de Seguridad Pública Federal con los grandes capos del narcotráfico. Pocos creerán que fue ingenuo hasta esos extremos; sobre todo, porque hay testimonios de quienes fueron funcionarios en el área de seguridad e inteligencia de que le informaron directamente de eso al entonces mandatario.
Después los denunciantes fueron reprimidos por García Luna, encarcelados con cargos falso, lo cual debió hacer reflexionar a Calderón sobre la posibilidad de que las denuncias fueran ciertas. No lo hizo, ello robustece la creencia de que lo sabía e incluso recibía beneficios de esos vínculos.
Calderón Hinojosa adicionalmente cometió la torpeza de no ser discreto y prudente. Fue protagónico y por su ansias de reflectores participó en cualquier debate político que se diera en el país, inclusive después de que su secretario de Seguridad había sido capturado en Estados Unidos.
Al final no podrá eludir su responsabilidad política de lo que hacía su cercano colaborador, aun cuando no haya recibido parte de los sobornos. Su imagen será la de un presidente inepto, incapaz de percatarse que puso la lucha contra la delincuencia organizada en manos de alguien que la protegía a cambio de dinero.
