*García Luna fue ingenuo: no tendría protección eterna. *FCH, con problemas.
De la redacción
Por primera vez desde el inicio del juicio contra Genaro García Luna en Nueva York, el expresidente Felipe Calderón fue involucrado en la red de protección al “Cartel de Sinaloa” y Joaquín “El chapo” Guzmán. El ex fiscal de Nayarit, Edgar Veytia, declaró que el entonces mandatario pidió al gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval respaldar al sinaloense. Calderón consideró falso el testimonio.
El ex fiscal nayarita está preso en Estados Unidos, con sentencia de 20 años, y ahora colabora con la justicia de ese país. Reconoció que cometió delitos, pero que la protección a las actividades del “Chapo” era por órdenes del presidente Calderón.
Mientras tanto, la situación de García Luna en el juicio que enfrenta en Estados Unidos por delincuencia organizada, tráfico de cocaína y declaraciones falsas (delito grave allá, al grado de que le costó la renuncia al presidente Richard Nixon) se complica, y expertos en el tema lo consideran ingenuo al creer que los servicios prestados a la DEA y CIA le darían impunidad para siempre.
Recordaron que la sentencia de que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses opera también en el campo del combate a las drogas y los servicios de espionaje: usa personajes y los desecha como trapo sucio cuando ya no sirven o estorban en sus planes de geopolítica y geoestrategia, como lo prueban casos emblemáticos.
García Luna será un caso más, opinó Gerardo Santiago Santibáñez, estudioso del tema, y un seguimiento de “El Espectador” a situaciones similares en esta materia, indican que los servicios prestados por el ex secretario de Seguridad a agencias estadounidenses de nada le servirán ahora. En Estados Unidos las acusaciones de los testigos, aun siendo criminales, tienen mucho peso, porque las autoridades las verifican por su cuenta y las consideran en sus sentencias
El hombre de todas las confianzas del presidente Felipe Calderón Hinojosa y de Vicente Fox Quesada, encargado de combatir a narcotraficantes, pero que en lugar de eso protegía y participaba en las actividades delictivas organizadas de unos grupos, vivía ya en Estados Unidos. Y buscaba nacionalizarse, en cuyo trámite mintió y por eso ahora enfrenta igualmente cargo de rendir declaraciones falsas.
García Luna se fue a vivir allá y creó empresas, pero los fiscales de su caso están convencidos de que siguió operando con la delincuencia organizada y que las compañías fundadas fueron “pantallas”. Los testigos de cargos fueron quienes le dieron sobornos millonarios en dólares.
García Luna no aprendió de lo que Estados Unidos le hizo a Saddam Hussein, que desde la presidencia de Iraq servía a los intereses estadounidenses en esa región del mundo, tanto así que recibió apoyó en su guerra contra Irán. Al final, cuando ya no le servía y se acercaba a los adversarios de Estados Unidos, lo calumnió de haber apoyado a Al-Qaeda en los ataques a Las Torres Gemelas de Nueva York, invadió al país, lo derrocó, y generó las condiciones para su muerte.
Hussein no apoyaba a Osama Bin Laden; al contrario, lo hostigaba. Éste también sirvió a la CIA; sobre todo, en la invasión rusa a Afganistán. Después lo declaró enemigo y lo asesinó en Pakistán.
Lo mismo ocurrió con otro agente de la CIA, Antonio Manuel Noriega, el hombre fuerte de Panamá, que cuando comenzó a simpatizar con la izquierda, lo acusó de narcotraficante e invadió ese país y lo capturó. Por ingenuo y confiado, García Luna, que ya no puede servirle a la DEA, CIA y FBI, está acusado de delitos, que conocían antes, pero los soslayaban porque era útil. Ahora ya no, y lo condenarán.