COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
LUCHA POR LA GUBERNATURA, INSCRITA EN
DISPUTA GENERAL POR EL MODELO DE PAÍS
Con mucha simpleza, de modo esquemático, con escaso rigor reflexivo, en los grandes medios informativos de cobertura nacional se examina la lucha por la gubernatura mexiquense a partir del mantenimiento o pérdida del poder estatal por parte del mítico “Grupo Atlacomulco”. Ni siquiera se refieren centralmente al PRI estatal, sino a una especie de cofradía política.
La reflexión también privilegia la arraigada falacia de que la coalición que gane el Poder Ejecutivo del Estado de México triunfará en la elección presidencial del próximo año, cuando la historia enseña que en las tres derrotas sufridas por el priismo en procesos de esta jerarquía fueron precedidas de sus triunfos en la entidad.
Pasa desapercibido lo que verdaderamente está en juego: la expansión al Estado de un modelo y rumbo del país, que impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido, denominada cuarta transformación, por un lado; por el otro, la meta de la ultraderecha empresarial del país: iniciar aquí, con la conservación de la gubernatura, la restauración del régimen de privilegios que tuvo a su servicio. Para ello cuenta con sus brazos electorales: PRI, PAN y el PRD, los espacios de opinión de sus diarios impresos, sus cadenas de radio y televisión y organizaciones civiles que se beneficiaron de la corrupción del pasado.
En la lucha participan también poderosos intereses políticos, económicos, los puramente electorales, sociales, inclusive ilícitos que se expresan de diversas formas de violencia contra la población, y los grupos delictivos de “cuello blanco” especializados en el saqueo organizado de fondos públicos; es decir, los que ejecutan los actos de corrupción, de alcance nacional.
Todo este universo de intereses en juego en el Estado se enmarca en la lucha por una forma de ejercer el poder público en el país y al servicio de qué segmento de la sociedad se pone, lo que no percibe el grueso de los mexiquenses, mientras que el poder fáctico económico y mediático lo sabe, pero lo oculta, porque no le conviene que la mayoría tome conciencia de que está en juego en el Estado de México.
Para esos fines les es útil hablar del “Grupo Atlacomulco”, como si Eruviel Ávila Villegas, Alfredo del Mazo Maza y Alejandra del Moral Vela hubieran nacido y crecido en esa ciudad del norte del Estado; y en el último caso, como si la lucha por la entidad no se inscribiera en la general que se da a escala nacional por el modelo, de país, la característica de la forma de gobernar, a quiénes sirve el poder público, rumbo y alcance del ejercicio de ese poder, y como si el Estado no importara al capital financiero mundial y a sus agentes mexicanos.
Lo que estará en juego centralmente en la elección de gobernadora mexiquense es la posibilidad de aplicar aquí la estrategia de la cuarta transformación. Y desde este punto de vista importa mucho ganar, porque se trata de una entidad federativa con mayor población que la conjunta de los 6 estados que el año pasado cambiaron mandatarias y mandatarios. Aquí se tiene la mayor lista nominal de electores, pero también se acumuló un gran rezago económico y en los niveles de bienestar de la mayoría, un alto déficit de eficacia en el funcionamiento de las instituciones, lo que explica el agravamiento de los problemas de pobreza, desigualdad, inseguridad pública, violencia e impunidad, y deben abatirse. El “grupo Atlacomulco” no existe; de lo contrario, el precandidato sería Ernesto Nemer Álvarez, Ricardo Aguilar Castillo, Miguel Sámano Peralta o Gustavo Cárdenas Monroy.