*Mantuvo en secreto remoción de su directivo en México y motivos del cambio.
De la redacción
La DEA mantuvo en secreto por más de un año la remoción de su directivo para México, Centroamérica y el Caribe, Nishola Palmeri, por haberse reunido en Miami, Florida, con abogados de narcotraficantes. Llamó la atención el silencio, pero los motivos de la destitución reflejan que esa Agencia también tiene vínculos y protege a narcotraficantes, y al final es en la economía estadounidense donde se quedan las ganancias de cientos de miles de millones de dólares que deja la venta de drogas.
Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, un desalmado criminal era informante de la DEA en su lucha contra la delincuencia organizada. Muchos especialistas en el tema sostienen que en realidad era agente activo encubierto, infiltrado en los carteles de la droga mexicanos. La habilidad para penetrarlos era producto de aprendizaje.
Su papel habría sido obtener información estratégica para el embate, destrucción o debilitamiento de las más poderosas organizaciones criminales de México, dedicadas al trasiego de drogas hacía Estados Unidos. Lo de informante y servicios prestados a la DEA fue expuesto a la justicia estadounidenses por los abogados de “La Barbie”. No es invención.
La historia que se conoce es que llegó a México con la encomienda de incorporarse al “Cartel de Juárez”, y por las condiciones en que quedó ese cartel, Valdez Villarreal fue eficaz en el cumplimiento de su misión.
Después se infiltró en el “Cartel de Sinaloa”, organización que se dividió, presumiblemente por intrigas de la DEA, que informaron a las autoridades el lugar donde podían capturar a un hermano de Arturo Beltrán Leyva, jefe de una facción de la banda delictiva, entonces liderada por Joaquín “El Chapo” Guzmán” e Ismael “El Mayo” Sambada.
La captura en cuestión ocasionó la ruptura y enemistad de los Beltrán Leyva con “El Chapo”, y “La Barbie” se fue con éstos. Como independientes no duraron mucho: el “Cartel” fue destruido en menos de tres años, y Sergio Villarreal Barragán, “El Grande”, atribuyó la muerte de Arturo a manos de marinos, en Cuernavaca, a traición de “La Barbie”, que de ser cierto, habría sido el cumplimiento de la estrategia de la DEA y de Genaro García Luna para desarticular a una banda delictiva organizada enemiga del “Chapo” Guzmán. En esa línea se inscribía la actuación de Nicholas Palmeri, destituido en silencio como jefe de la agencia en México y Centroamérica y otros países de América Latina.