De la redacción
Sigue la discrepancia sobre el número de asistentes a la manifestación en el Zócalo capitalino del domingo. Las autoridades los calculan en 90 mil y los organizadores, en 500 mil. En este caso, a diferencia de la organizada por las mismas fuerzas económicas y políticas el 13 de noviembre, que era difícil tener una idea cercana de la suma de manifestantes, ahora hay un referente infalible.
La propia superficie del Zócalo es la medida. Caben cien mil personas de pie, y menos si se instalan templetes, por lo que si hubieran sido 200 mil los asistentes, habrían quedado 100 mil en las calles aledañas a la gran plancha; es decir, la mitad en la plancha y la otra multitud igual en la periferia, y de haber sido 300 mil, dos terceras partes de estos habrían ocupado las arterias capitalinas de la zona.
Esa es una referencia exacta para calcular y encontrar un aproximado del número de asistentes, ya que las cifras de las autoridades y la oposición, desde siempre, han discrepado radicalmente. Los organizadores exageran el número y los gobiernos las minimizan. Lo que es de destacar es que las marchas y mitines fueron pacíficos.
A la vez, la alta concurrencia es una prueba más de que tiene más impacto una manifestación pacífica que una donde radicales incurren en violencia, como ocurre con las de las feministas, cuyas legítimas causas se ven perjudicadas por la violencia de pequeños grupos de extremistas que ocasionan destrozos.
En el caso de la manifestación de anteayer, la información puso énfasis en los objetivos de los organizadores, no en actos de violencia, porque no los hubo, e independientemente del número real de asistentes, lo cierto es que el zócalo lució lleno y se reportó sin incidentes de consideración ni casos de represión, muestra de que en México existe democracia, libertad de expresión y de manifestación, y tolerancia, por lo menos de parte de las autoridades.