*Hank González no impuso a nadie y no pudo vetar a Alfredo del Mazo González.
De la redacción
(Segunda parte)
Antes de 1981, jamás los exgobernadores mexiquenses se habían aliado con el mandatario en turno para sacar adelante las aspiraciones de algún priista a la candidatura de gobernador, que entonces representaba ganar el cargo, porque las elecciones eran de trámite. El PRI no enfrentaba riesgo de perder en las urnas.
A finales de ese año lo hicieron, para apoyar al político Juan Monroy Pérez, secretario general de Gobierno. Se reunieron en Atlacomulco el gobernador Jorge Jiménez Cantú; Carlos Hank González, entonces regente del Distrito Federal, Mario Sánchez Colín y Gustavo Baz Prada. Aquello fue una verdadera fiesta.
El extraordinario periodista Eleazar Flores Arriaga, quien en ese tiempo cubría la “fuente” política para “El Sol de Toluca”, recordaba con otros periodistas ese acontecimiento, que generó la percepción de que Monroy Pérez, un buen político, mentor de Arturo Montiel Rojas en la actividad, era ya el seguro candidato a relevar a Jorge Jiménez Cantú en la gubernatura.
El alarde de unidad y fuerza priista al final de nada sirvió: el presidente José López Portillo y Fidel Velázquez, dirigente de la CTM, decidieron que el candidato y gobernador fuera Alfredo del Mazo González.
Hubo inconformidad y resistencia a la postulación, y antes de oficializarse, de acuerdo con información de un allegado a los dos personajes, acompañantes de los mismos en ese intento, el gobernador Jiménez Cantú y el jefe de Gobierno del DF se apersonaron a la Secretaría de Gobernación, para pedirle al titular de la dependencia, Enrique Olivares Santana, que le informara al presidente López Portillo que funcionarios federales menores querían imponer a Del Mazo González.
Olivares Santana, un ex gobernador de Aguascalientes, hábil político y que había sido líder del Senado de la República, le dijo a los poderosos personajes que era el propio mandatario quién había decidido la candidatura en cuestión. Ahí terminó la inconformidad. El puño del “Grupo Atlacomulco” no se vio por ningún lado.
El hombre cercano a Hank y Jiménez Cantú narró después que éstos salieron desconsolados y se metieron a tomarse un café en un restaurante de Bucareli. La anécdota consistió en que ninguno de los dos, ni el acompañante de ambos traían un solo centavo en la bolsa, ni tarjeta de crédito, por lo que uno de sus guaruras los rescató: pagó de su bolsa el consumo. Eso probó, adicionalmente, lo que se sabe: los políticos nunca pagan algo de su dinero, aunque les sobre.
También evidenció que el “Grupo Atlacomulco”, con la connotación que se le da, no existió y que después de Isidro Fabela, que impuso a Alfredo del Mazo Vélez, ningún gobernador puso a su sucesor, hasta que en 2005 lo hizo Arturo Montiel Rojas, al imponer a Enrique Peña Nieto. Éste con Luis Videgaray pusieron a Eruviel Ávila y, ya como presidente, a Alfredo del Mazo Maza. (Continuará)