COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
TERMINAR CON LA TRANSFERENCIA DE VOTOS
(Segunda y última parte)
Además de la supresión de las precampañas, la otra figura inconveniente y que debe desaparecer de la legislación electoral mexiquense es la de candidaturas comunes, que permite distribuir votos entre partidos de una coalición. Viola la Constitución, la legislación electoral federal aplicable y es profundamente antidemocrática, porque el sufragio, que es universal, directo, secreto e intransferible, pierde estas características antes de que sea emitido.
Las candidaturas comunes, legales en la legislación comicial mexiquense, permiten a las cúpulas partidistas usurpar la voluntad popular, porque mediante convenios entre las organizaciones políticas de una alianza electoral pueden repartirse los porcentajes de votos a obtener por el conjunto de esas formaciones partidistas coaligadas, en algo que sería anecdótico si no fuera profundamente antidemocrático.
Esa distribución de sufragios generalmente se hace cuando ni siquiera hay precandidatos, menos candidatas, mucho menos campañas y todavía menos elecciones. Es una aberración y burla a la voluntad de los electores, aunque sea legal y debe permitirse mientras la figura de candidaturas comunes en esos términos esté prevista y garantizada por el marco jurídico electoral del Estado de México.
Las directivas partidistas aprovechan que en las candidaturas comunes los emblemas de las organizaciones políticas aliadas aparecen unidos, por lo cual no hay manera de saber cuántos sufragios obtuvo cada una, por ello pactan antes los porcentajes; es decir, en el convenio se establece cuántos votos del total que obtenga el candidato o candidata común serán para tal o cual formación política.
Si, por ejemplo, nadie vota por uno de los partidos coaligados que apoya una candidatura común, y el convenio de alianza establece que le corresponderá el 10 por ciento de los sufragios, el 10 por ciento de los votantes de la coalición que sufragó convencido por otro de los partidos, termina oficialmente respaldando al que no logró apoyo.
Esta figura, legal en estos momentos, insistimos, desvirtúa los principios fundamentales sobre los que se sustenta la democracia: el voto universal, directo, secreto e intransferible, por lo que debe desaparecer con una reforma constitucional y a leyes secundarias electorales del Estado de México.
La transferencia de votos a un partido mediante convenios de cúpulas partidistas sólo sirve a los que no tienen apoyo popular y siempre están en riesgo de no alcanzar el tres por ciento de la votación total válida y perder el registro y las prerrogativas, pero es nociva para el sistema democrático. Y debe desaparecer junto con esos partidos por los que nadie vota.