*Previo a la reforma energética, arraigaron la creencia de que Pemex no beneficiaba.
De la redacción
La producción petrolera se desplomó un 50 por ciento en los gobiernos del panista Felipe Calderón Hinojosa y del priista Enrique Peña Nieto. Y en el sexenio de éste último, Petróleos Mexicano duplicó su deuda, dio a conocer el director general de la principal empresa pública del país, Octavio Romero.
En ambos períodos, a pesar del endeudamiento, no se invirtió eficazmente en exploración y explotación del crudo; al contrario, las refinerías de Salina Cruz, Oaxaca; Minatitlán, Veracruz; Madero, Tamaulipas, Cadereyta, Nuevo León; Tula Hidalgo y Salamanca, Guanajuato no recibieron mantenimiento y rehabilitación.
A las dos últimas se le destinaron miles de millones de pesos para reconfigurarlas, pero presumiblemente se robaron el dinero, porque esos trabajos no se reflejaron en un aumento de la refinación de los combustibles.
El conjunto de las seis refinerías producía apenas el 35 por ciento de lo que podían y debían producir, en una maniobra para importar gasolinas y diésel, porque representaba un gran negocio para funcionarios corruptos y particulares dedicados a comprarla en el extranjero, según denunció la secretaria de Energía, Rocío Nahle.
Dicho abandono de las refinerías no era sólo por ineptitud, sino también respondía a un plan de los gobiernos neoliberales de entregar toda la industria petrolera a compañías privadas del país y del extranjero. Ese era el principal objetivo de la reforma energética del 2014.
Buscaba convertir las refinerías en “chatarra”, y la actual administración las encontró en estado crítico, unas paradas parcialmente y otras, con capacidad ociosa, porque el lucro y la corrupción en las importaciones eran muy altos.
Las compras de gasolinas y diésel en el extranjero llegaron a representar el 80 por ciento del consumo nacional, pero se frenó y revirtió. En estos momentos la refinación es del 72 por ciento y las importaciones bajaron al 30 por ciento, según los datos estadísticos de Octavio Romero Oropeza.
CAMPAÑA DE MENTIRAS PARA PRIVATIZAR EL PETRÓLEO
La reforma energética estuvo precedida de una intensa campaña de desprestigio a Pemex, para arraigar la creencia de que carecía de sentido mantenerla como empresa pública, porque el gobierno era mal administrador.
Se utilizó el argumento falaz de que era mentira eso de que el petróleo era de los mexicanos, porque ningún ninguno de ellos recibió en su vida un solo barril de petróleo crudo o refinado.
Esa campaña mediática costosa ocultó que los ingresos petroleros llegaron a representar cerca del 40 por ciento de los ingresos públicos con que se financiaban los servicios de salud, educativos, obras de infraestructura para otros servicios y para el desarrollo, en beneficio de la población.