
*Las autoridades no hacen valer el reglamento de tránsito, aunque haya agentes.
De la redacción
Motocicletas circulando en las banquetas, con la agravante de hacerlo en sentido contrario, vehículos del servicio público y particular que se pasan los semáforos en rojo y hasta vehículos estacionados en las aceras, constituyen las expresiones extremas de la inaplicación del Reglamento de Tránsito en Toluca.
En los pasillos de los propios “Portales” llegan a circular motocicletas y bicicletas, a unos 50 metros de donde despacha el alcalde Raymundo Martínez Carbajal, sin que ninguna autoridad intervenga para someter a motociclistas y ciclistas al orden.
“El Espectador” observó varios días el comportamiento también de automovilistas particulares, taxistas, conductores de autobuses urbanos, peatones y agentes de vialidad que utilizan patrullas rentadas a alto costo.
En ninguna otra capital de entidad federativa existe tanta permisibilidad oficial para que todo mundo viole el ordenamiento vial, como ocurre en esta ciudad, asiento de los poderes del Estado de México.
Frente a los vehículos rotulados con la especificación de vialidad, los conductores de vehículos se pasan los altos, y lo hacen también los ciclistas y motociclistas, ante la indiferencia de los agentes de tránsito. Ni se inmutan cuando ante sus ojos se viole la norma aplicable a la circulación vehicular.
Automovilistas particulares y conductores del transporte público, además de pasarse los altos, usan sus teléfonos celulares o llevan -los primeros- a sus mascotas en las piernas del conductor, lo que también está prohibido y sanciona el Reglamento de Tránsito o vial de la ciudad.
Las violaciones en esta materia van más allá y llegan a utilizarse los dispositivos móviles para recibir y enviar mensajes, en plena circulación, lo que es más grave en el caso de los motociclistas, por la vulnerabilidad en que se encuentran.
Comportamientos viales que en otras ciudades del país se sancionan con severidad, por el peligro en que ponen a otros conductores y peatones, aquí se permiten, lo cual convierte a Toluca en una de las urbes donde más impunidad se da a los infractores de las normas que ordenan la circulación vial.
Nadie les dice a los automovilistas que cuando se dobla en una esquina deben ponerse las direccionales del caso, ni que cuando ya se tomó la otra calle, en los casos en que sí, se ponen a funcionar estas señales de la circulación, deben quitarse, porque confunden a otros conductores y peatones.
De la misma forma, los transeúntes ignoran que también deben cumplir determinadas reglas cuando cruzan las calles, para evitar ser víctimas de accidentes. Las autoridades no se toman la molestia de orientar a los peatones en esta materia.