*El suicida ex rector de la U de G la manejaba como su negocio privado.
De la redacción
La muerte por mano propia de Raúl Padilla López el primer domingo de este mes en Guadalajara, Jalisco, puso fin también a un férreo cacicazgo de 34 años sobre la Universidad de Guadalajara (U de G), que inició en 1989, cuando se encumbró a la rectoría de la institución, a los 35 años, según un recuento de “El Espectador”.
Se apoderó de toda la estructura de la famosa Universidad, desde los aspectos académicos, la burocracia y la academia universitarias, hasta el estudiantado por medio de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG). Decidía quién debía ser rector, director de escuelas, facultades y los centros dependientes de la U de G. En estas condiciones ocupó también la rectoría su hermano José Trinidad a principios de siglo y pudo destituir a uno de sus sucesores rebeldes.
Se trató de Carlos Briceño Torres, a quien los registros hemerográficos presentan igualmente como Carlos López Briceño. Llegó a rector en 2007, pero quiso liberarse del cacicazgo de Padilla López y éste logró su destitución en 2008. Fuera del cargo, fue hostigado por los incondicionales del cacique universitario y no aguantó la presión: se suicidó en 2009.
Padilla López manejaba también 16 llamadas “empresas universitarias”, entre las cuales figuraban agencias de viaje, hoteles y las dedicadas a actividades transportistas, y nunca rindió cuentas de las ganancias.
Todas sus maniobras las amparaba en la autonomía universitaria, que fue pervertida por un personaje quien también corrompía a medios informativos, periodistas e intelectuales a través de la Feria Internacional del Libro (FIL), el más importante evento en su tipo en el país, del que era presidente desde su fundación.
Padilla López logró en su provecho que la U de G pagara anualmente 300 millones de pesos a los medios informativos, con preferencia por los de cobertura nacional, por ello nunca fue difundido su papel nefasto para los universitarios. Todo ello en nombre de una distorsionada autonomía universitaria, y no debe repetirse en México.
Su poder político y universitario y enriquecimiento, sin embargo, no lo liberó de tragedias familiares. Su padre Raúl Padilla Gutiérrez, un poderoso político jalisciense y con relaciones con la clase política nacional priista, también se suicidó en 1972 en presencia del entonces joven futuro rector.
No soportó la decepción de perder la candidatura para gobernador jalisciense. El presidente Luís Echeverría Álvarez se inclinó por Alberto Orozco Romero. Otra tragedia familiar fue el asesinato de otro hermano, de nombre Juan.
El poder e influencia de Raúl Padilla López rebasaron el ámbito universitario y se extendieron al campo de la política e instituciones gubernamentales. Logró posiciones en los tres poderes estatales y respaldo presupuestal sin límite en 6 administraciones estatales. Militó en el PRI y llegó a dirigir y ser diputado del PRD, hasta que apoyó y llegó Enrique Alfaro, a quien respaldó, pero después se distanciaron porque no le dio dinero en montos que esperaba. Su caso fue ejemplo del uso que no debe darse a la autonomía universitaria.