*Los opositores a la 4T se quedaron sin uno de sus temas favoritos.
De la redacción
La tarde del pasado viernes 28 de abril comenzó el viaje de ida del avión presidencial hacia Tayikistán, cuyo gobierno lo adquirió en casi mil 659 millones de pesos, con lo cual se pone fin a una larga campaña de desprestigio contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, basada en el hecho de que no podía venderlo.
Consideraban la falta de compradores como un fracaso del gobierno mexicano, pero nunca criticaron la demencial decisión de Felipe Calderón Hinojosa de comprar una aeronave con capacidad para 270 pasajeros, pero que le retiraron 190 asientos para poder acondicionarlo con lujos excesivos, una recámara imperial, sala de junta, pantallas gigantes de televisión, bar y otras excentricidades, como una caminadora.
De acuerdo con lo que informó la mañana de ese día el gobierno federal, tan sólo por los lujos excesivos (ya era de lujo el avión) Calderón Hinojosa pagó mil 500 millones de pesos, y por mantenimiento y otros conceptos se pagaban decenas de millones de pesos. El avión fue comprado con cargo a Banobras, organismo financiero que lo arrendaba al gobierno en más de 335 millones de pesos al mes.
En la desmesura que rodeó la compra de la lujosa aeronave, Banobras -banco gubernamental cuyo objetivo es apoyar con créditos a gobiernos estatales y municipales para construir obras públicas- destinó cerca de tres mil millones de pesos para adquirir el lujoso jet, que nada tenía que ver la atención a las necesidades de obras y servicios para la población.
Pero a la llegada de la 4T, la campaña por el tema del avión de súper lujo fue contra quien no podía vender la aeronave, no contra quienes lo compraron en un acto irresponsable; es decir, la gente de Calderón, ni contra quién lo usó: Enrique Peña Nieto.
Antes de partir a Tayikistán el ex avión presidencial realizó una escala técnica en los EE. UU. para recibir mantenimiento, callando además las versiones de que el gobierno norteamericano debía estar molesto por esa operación que se decía era una triangulación para que el gobierno de Vladimir Putin se hiciera del armatoste, cerrando con ello la campaña de desinformación que los opositores a López Obrador mantuvieron durante años por el tema.