*La autonomía universitaria no significa libertinaje financiero.
De la redacción
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue hace mal a la imagen de la institución, al guardar silencio sobre el pago de 80 millones de pesos durante el tiempo que lleva en el cargo. Se difundió que ese gasto lo hizo con una tarjeta de la Máxima Casa de Estudios del país y fueron compras y viajes, inclusive con su familia.
Lo malo está en que durante ese tiempo el académico tuvo ingresos por sólo 15 millones de pesos; es decir, lo que le pagó como salario en ese tiempo la UNAM es mucho menos, casi una quinta parte, de lo que gastó con cargo al presupuesto universitario, y todavía más grave es que de los 95 millones de pesos globales que costó el rector a la institución, 80 millones fueron en compras y viajes; es decir, en gastos suntuosos en su beneficio.
La autonomía universitaria no significa que no debe rendir cuentas; sobre todo, porque se trata de presupuesto que proviene del presupuesto general de la Federación, además la UNAM no constituye un territorio autónomo, ni está fuera de la fiscalización por parte de los órganos del Estado Mexicano y, mucho menos, excluidas de las leyes del país.
El gasto con tarjeta es escandaloso, aunque no le den esa importancia los grandes medios informativos, pues el dispendio de fondos públicos en pernicioso en cualquier institución o área gubernamental, pero lo es mucho más cundo se trata del autorizado para brindar el servicio de educación en cualquier nivel.
El rector de la UNAM no puede decir que utilizó como puente la tarjeta de la institución universitaria y que después pagó con sus ingresos lo gastado, pues ganó 15 millones y gasto con cargo a las finanzas de la Universidad 80 millones de pesos. Y nada dice, nada aclara y no se preocupa en justificar ese derroche.