*El nivel cualitativo general es mediocre y a nadie le interesa elevarlo.
De la redacción
La Federación Mexicana (FMF) aprobó cambios de reglas para el próximo torneo de la Liga MX, pero esas modificaciones son a todas luces insuficientes para resolver a fondo los problemas del balompié nacional: su bajo nivel cualitativo.
Reducir de 12 a 11 el número de clubes que pueden ganar el título después de la fase regular la competencia no es un gran avance. En lugar de que los 4 mejores equipos clasifiquen directamente a la liguilla, y los siguientes 8 se eliminarán en repechaje, ahora calificarán 7 en forma directa y el octavo lugar lo disputarán los ubicados en los siguientes 4 lugares.
También se aprobó disminuir en un jugador el número de los extranjeros por club. Son acciones de poco o nulo impacto en el camino para mejorar la calidad del fútbol mexicano, y parece que resolver la situación no está en el interés de los clubes.
En las principales ligas europeas se llegan a coronar equipos con cinco o más fechas antes de terminar los torneos, que allá son largos y no hay liguilla, y mucho menos partidos de reclasificación.
Quien queda en primer lugar de la tabla es el campeón en automático y si dos acumulan los mismos puntos, es el monarca, porque el desempate está definido por la diferencia entre goles recibidos y anotados y si aun así siguen igual, los resultados de los encuentros entre ambos deciden al campeón.
Por razones obvias, siempre habrá equipos que quedan en los primeros lugares y otros que se colocarán en los últimos, pero hasta el colero juega muy bien y no es infrecuente que el ubicado en el último lugar derrote al del primero o segundo, en partidos de alto nivel, no por casualidad.
Los juegos de los coleros, con riesgo de descenso, tienen igualmente calidad, y no se diga los encuentros entre los colocados por arriba de la media tabla, lo cual refleja la alta calidad del fútbol de esas ligas.
Eso no ocurre en el torneo mexicano y para lograr ese alta calidad de los partidos deben dirigirse los esfuerzos de los directivos y dueños de los clubes, que hasta ahora, con excepción de muy pocos, no parecen interesarse en ofrecer un juego de calidad a sus respectivas aficiones.
No puede desconocerse que el fútbol es un gran negocio en todo el mundo, con el agravante de que en México los clubes son utilizados por sus dueños para el tráfico de influencia y la obtención de beneficios del poder público.
Empero ser negocio no está reñido con la calidad del espectáculo; al contrario, el espectáculo de mayor nivel es mucho más rentable que el de baja calidad. Otra vez, el mejor ejemplo son las principales ligas europeas.