Inicio Estatal Irritó Asesinato de Ambientalistas Mexiquenses en Tlalmanalco: Exigen Justicia

Irritó Asesinato de Ambientalistas Mexiquenses en Tlalmanalco: Exigen Justicia

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Tala clandestina. Foto: Archivo

*Álvaro Arvízu Aguiñaga y Cuauhtémoc Márquez Fernández, defendían bosques y agua.

De la redacción

Gran irritación ha generado el asesinato de dos luchadores sociales, defensores de los bosques y aguas de la región de los volcanes. Con un día de diferencia fueron atacados. El 12 de este mes agredieron a Álvaro Arvizú Aguiñaga, y el 13, a Cuauhtémoc Márquez Fernández, en Tlalmanalco. Este último fue lesionado con un hacha y murió en un hospital de Chalco.

Ambos se interesaban por la capacitación agroecológica y colaboraban con el Centro para la Sustentabilidad de la Sierra Nevada Incalli Ixcahuicopa (Centli), que ejecuta el Programa de Investigación para Sustentabilidad impulsado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Arvízu Aguiñaga era apicultor y catedrático, y participó con propuestas para la elaboración de la iniciativa de Ley de Agua estatal, que no se ha aprobado por la Legislatura mexiquense, a pesar de su evidente necesidad.

Márquez Fernández era catedrático de la Universidad de Puebla y defendía también los bosques en la región de los volcanes, devastados por bandas criminales, ante la indiferencia de las autoridades mexiquenses de la materia, como lo denunciaron hace meses diputados locales.

Su actividad ambientalista molestó e incomodó a los depredadores de la riqueza forestal, quienes le robaron su ganado. Precisamente, cuando se disponía a ratificar una denuncia penal por ese delito fue atacado a balazos, que le ocasionaron la muerte.

Beatriz García Villegas, diputada local, exigió al gobernador Alfredo del Mazo Maza y al fiscal general de Justicia del Estado, José Luis Martínez, investigar ambos homicidios, esclarecerlos y castigar a los responsables. También la UAM exigió justicia.

La devastación de los bosques de esa zona ha sido ya denunciada en el Congreso local. Y, de acuerdo con la información difundida, publicada en “El Espectador”, células de la delincuencia organizada llevan a cabo esas actividades criminales a la vista de todo mundo, sin que las autoridades responsables de proteger la riqueza forestal cumplan con sus obligaciones.

Ambas víctimas alertaban que la devastación de los bosques tiene ya consecuencias negativas en la producción de agua, pues los recursos forestales propician lluvias, y éstas forman manantiales, arroyos y escurrimientos que se aprovechan para el consumo humano; es decir, perjudica directamente a la población.

La reducción de la masa forestal disminuye la producción de aguas superficiales y altera en sentido negativos las condiciones ambientales de la región, por lo que demandaban acciones enérgicas y eficaces para frenar la tala irracional de los bosques, tanto la autorizada como la clandestina, que practican células criminales organizadas.

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