De la redacción
Dos factores animaron al PRD y NAEM a aliarse con el PRI y PAN para el proceso para elegir gobernadora mexiquense: sobrevivir para mantener sus prerrogativas y la posibilidad de que sus dirigentes ocuparan cargos de gabinete.
Estaban entusiasmados con la oportunidad de pasar de opositores a partidos gobernantes, aunque sus espacios de poder fueran de poco peso. El acuerdo firmado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Nueva Alianza (con registro de alcance estatal), garantizaba que, si su candidata Alejandra del Moral Vela ganaba la gubernatura, los cuatro partidos integrarían el gabinete: cogobernarían, en coalición.
En términos porcentuales, la distribución de cargos acordada y oficializada ante el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) parecía equilibrada, equitativa, y en correspondencia al peso electoral de cada organización. Así lo percibían, también las dirigencias estatales de los partidos que apoyaron a la abanderada del PRI.
Como partido gobernante y mayor fuerza electoral en la entidad mexiquense de la coalición “Va por México”, el Partido Revolucionario Institucional se apartó para sí el 63 por ciento de los cargos de designación del próximo Poder Ejecutivo.
Había dudas sobre la constitucionalidad de los Gobiernos de Coalición en el Estado, porque esa ley y cambios a la legislación electoral violan la facultad de titulares del Poder Ejecutivo mexiquense de nombrar y remover libremente a sus colaboradores. No obstante, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), por votación de 6 a 5 declaró constitucional esas leyes secundarias y si “Va por el Estado de México” ganaba la gubernatura, los partidos de esa coalición tendrían espacios de poder.
En el acuerdo de distribución de cargos de gabinete, si “Va por México” triunfaba, el 25 por ciento de las posiciones en el gabinete y niveles inferiores serían para el PAN; 8 por ciento al PRD y sólo 4 por ciento a Nueva Alianza, el más minoritario de los partidos coaligados.
El reparto parecía equitativo y entusiasmaba a los dirigentes de los antes opositores al PRI, pero en temas de espacios de poder, como es el caso, la distribución de cargos aprobada, la aritmética no expresa en forma nítida la realidad, porque no reflejaba el aspecto cualitativo de lo que se repartiría.
“Va por el Estado de México” perdió, y tal vez el PRD y nueva alanza no pierdan sus prerrogativas, por lo que los efectos cuantitativos y cualitativos del convenio de coalición quedaron sin efecto. De todos modos, vale la pena recordar que no son lo mismo las secretarías General de Gobierno, la de Finanzas o la de Educción que la Secretaría de Turismo del Estado de México. Y el entusiasmo de las cúpulas de los partidos minoritarios murió con la derrota.