De la redacción
Joaquín López Dóriga es el más rabioso de los periodistas opositores al presidente Andrés Manuel López Obrador, a Morena y a la cuarta transformación. Es también el periodista que más beneficios obtenía de los gobiernos neoliberales, aunque su falta de ética data desde los tiempos de José López Portillo. Ese gobierno era considerado como ejemplo de la corrupción política de nuestro país -y solo ha sido superado en esa categoría por los de Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto-, y aún así despidió a López Dóriga por corrupto de lmevisión, la televisora que ahora es Televisión Azteca.
De acuerdo con lo que se ha difundido desde que López Obrador es presidente, y se volvió a recordar esta semana en la conferencia mañanera, el famoso conductor de noticieros electrónicos y columnista de “Milenio Diario” cobró a la presidencia de la República casi 252 millones de pesos durante el sexenio de Peña Nieto. También cobraba en Petróleos Mexicanos, la Comisión Federal de Electricidad, el IMSS, el ISSSTE, en gobierno estatales y hasta en algunos municipios, como era el caso de Metepec, Estado de México.
Ya no cobra ahora en todos esos lados, por ello anda excesivamente irritado y dedica la mayor parte de su noticiero en Telefórmula para atacar al presidente y difundir noticias falsas, sobre las cuales luego hace comentarios que parten de invenciones. Cobraban menos en la presidencia, pero también eran millones, Héctor Aguilar Camín, Beatriz Pagés y Raymundo Riva Palacio. Y los cuatro difundieron que Xóchitl Gálvez, puntera en la lucha por la coordinación del “Frente Amplio por México” podía sufrir un atentado contra su vida porque el presidente López Obrador estaba generando las condiciones para ello.
Se les sumó Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, quien fue más allá y sostuvo que, por las opiniones del mandatario sobre la senadora panista, podría surgir un espontáneo que agreda físicamente a Gálvez para congraciarse con el presidente, o “alguien mandado” para ese fin.
Este grupo es irresponsable, y en su afán de recuperar los privilegios que le suprimió el tabasqueño, es capaz de generar confusión, dudas, desconcierto y un clima político enrarecido, a partir de sus maniobras propias de los corruptos. Y todavía se duelen de que los exhiban y les muestren su participación en el saqueo de fondos públicos. Hablan de que los denigra el presidente de la República, que los presenta como corruptos, pero no lo han desmentido.
López Dóriga no niega que cobró en el sexenio de Peña Nieto -y tan sólo en la presidencia de la República- casi 252 millones de pesos; dinero que no logran como utilidades en ese lapso miles de empresas micro, pequeñas y medianas de las cuales dependen miles de familias en el país y cuyos accionistas y propietarios, además, cumplen con sus obligaciones fiscales y generan desarrollo. A esos ingresos millonarios habría de sumar lo que cobraba en las demás dependencias y organismos del gobierno y de los estados, además de sus sueldos lícitos en los medios en donde ha laborado.
Para justificar su irresponsabilidad y sostener que si algo le pasa a Xóchitl Gálvez, el único culpable será el actual presidente, López Dóriga y otros analistas e intelectuales recuerdan la tragedia de Luis Donaldo Colosio -el ejecutado candidato presidencial del PRI, en 1994, en Tijuana, Baja California-, pero sin tomar en cuenta que las condiciones políticas y electorales son totalmente distintas y que Colosio fue asesinado por intereses del PRI, y no de otras organizaciones políticas.
Es peligroso que difundan esa suposición y, si atendemos a la máxima de las investigaciones policiacas, basada en la respuesta a la pregunta de ¿a quién beneficia un delito?, es claro que quien saldría perdiendo con una agresión serían el presidente, Morena y la cuarta transformación, y los beneficiardos políticamente serían sus adversarios, a quienes nada les importa más que recuperar la posibilidad de saquear al erario de diversas formas, en lo cual participaban los dueños de las grandes corporaciones empresariales que tuvieron en sus medios informativos un eficaz instrumento para el tráfico de influencia.
Xóchitl Gálvez no tiene posibilidades de ganar la presidencia de la República. Y no por ella, que puede ser buena persona, sino porque es público que será utilizada por la ultraderecha empresarial, con el PRI, PAN y PRD como sus brazos electorales, para retornar al modelo de saqueo neoliberal, y eso sepultó ya sus posibilidades de triunfo, según lo muestran todas las encuestas. Adicionalmente, y aun suponiendo que el partido gobernante es perverso, como lo presentan López Dóriga y compañía, Morena y la 4T no tienen motivo alguno ni ganan nada generando inestabilidad e ingobernabilidad de cara a las elecciones. Los irresponsables y corruptos, sí.