*El fútbol debe ser negocio, sí, pero fundado en el deporte y el entretenimiento, lo demuestran los norteamericanos.
De la redacción
La participación de los equipos mexicanos en la Leagues Coup, jugada en el vecino territorio del norte, debe tomarse como una lección a asimilar por los dueños de los equipos mexicanos. Eran “barcos” los norteamericanos, pero ahora los “barcos” son los clubes nacionales.
Los mejores equipos nacionales, como América y Tigres, fracasaron. También lo hizo otro de los considerados grandes: Rayados de Monterrey, aun cuando éste llegó hasta la fase de semifinales, donde perdió frente al Nashville, de Tennesse.
Ni hablar de Cruz Azul, cuyo desastroso desempeño ocasionó la renuncia de Ricardo “Tuca” Ferreti a la dirección técnica del club. Modesto, pero más digno papel hizo Gallos Blancos de Querétaro, por quien nadie apostaba un peso a su actuación, dada su posición en cada torneo mexicano.
Los propietarios de los equipos de la Liga MX, debe insistirse, no ven al fútbol en sus tres aspectos: deporte, negocio y espectáculo, como sí lo conciben los empresarios estadounidenses.
Allá saben invertir y exigen profesionalismo a sus jugadores, comenzando por la condición física, el deseo de triunfo y la vehemencia en los juegos, por lo cual los partidos son espectaculares.
Los jugadores estadounidenses buscan la victoria, y ganen o pierdan se entregan en cada encuentro, lo cual no hacen los mexicanos, como lo prueban los resultados de su participación en esa competencia.
EL CASO RAYADOS DE MONTERREY
El club Rayados de Monterrey no es malo y fue el que menos decepcionó, porque llegó a semifinales, pero en su último partido evidenció los defectos del fútbol mexicano: falta de condición física, malas decisiones de los jugadores en el terreno de juego -tengan o no el balón- y pobre ejecución en las jugadas.
Perdió una de las semifinales por 2 a 0, pero el problema es que no generó peligros en la portería rival. Si acaso dos buenos tiros al marco en los 96 minutos de juego, incluyendo el tiempo añadido.
El marcador, como dice la frase hecha, le salió barato, porque el portero rayado salvó varios goles. No ocurrió lo mismo en el marco rival, pues los futbolistas del club regiomontano fallaron de fea manera las oportunidades que tuvieron de anotar.
Disparos débiles, fáciles de detener por el arquero de enfrente o, como ocurre en todos los partidos de la Liga MX, balones desviados o varios metros por encima del larguero. Así, la final fue estadounidense, porque su fútbol ha crecido mucho, por el interés de los dueños en ello.
El mexicano se estancó y esa combinación explica el fracaso de la participación de los clubes de la Liga MX, problema que no se resolverá corriendo técnicos, pues no son los únicos, ni los principales culpables del mal rendimiento y baja calidad de la liga, utilizada por muchos como instrumento para el tráfico de influencia.