De la redacción
El término neoliberalismo no expresa en toda su crudeza lo que representa política, económica, social y culturalmente hablando como una fase del capitalismo, depredador del bienestar de la mayoría, la concentración de la riqueza, la aplicación de la ley del más fuerte, la democracia sin sustancia, la desregulación del mercado, el Estado como facilitador de los procesos de privatización del patrimonio nacional y la generación de condiciones para su implementación.
Estas condiciones se presentaron en Chile hace 50 años, con la traición y el sangriento golpe militar y traición del después dictador Augusto Pinochet contra el gobierno del socialista y demócrata Salvador Allende, el 11 de setiembre del 1973, que mató la ilusión de un mejor país para todos y la esperanza de que podía cambiarse de régimen mediante la vía electoral, con las leyes e instituciones de la materia.
No obstante, los gérmenes del neoliberalismo estuvieron presentes en ese hermano país del sur del continente desde mediados de la década de los 50, con la formación académica de jóvenes chilenos en la ideología neoliberal de la Universidad de Chicago, perfeccionada después por Milton Friedman y seguida por dos de los jóvenes afiliados a su pensamiento: Sergio Castro y Ernesto Fontaine, después poderosos asesores económicos del dictador Augusto Pinochet, según diversos historiadores del fenómeno político de esa nación, donde hoy está el presidente Andrés Manuel López Obrador para recordar la triste fecha para América Latina.
El derrocamiento de Salvador Allende y el consiguiente derramamiento de sangre, entronizó a la dictadura pinochetista y generó las condiciones ideales para aplicar la receta del neoliberalismo, por el férreo control sindical, la prohibición de las actividades de los partidos políticos.
Se atribuye al Consenso de Washington; es decir, al acuerdo del presidente Ronald Reagan y la primera ministra inglesa Margaret la implantación del neoliberalismo, pero éste fue puesto en práctica desde los primeros años de la dictadura pinochetista. Los gobernantes de las potencias occidentales sólo le dieron un nuevo impulso y lo extendieron a la mayor parte del planeta. Y en todas partes empobreció a la población y enriqueció hasta el insulto a las minorías, con preponderancia del capital financiero mundial.
Narran viejos analistas que los gurús de la Universidad de Chicago y sus alumnos, conocidos como “los Chicago Boys” propusieron a la ministra Thatcher, antes del Consenso de Washington, aplicar la receta del neoliberalismo en el Reino Unido, a lo cual ésta repuso que en esos momentos no era posible implementarlo, por el sistema democrático de Gran Bretaña.
Los 17 años de dictadura pinochetista, con sus leyes e instituciones que respondían a los intereses del neoliberalismo arraigaron en muchos jóvenes ese pensamiento de la conocida también como “Escuela de Chicago”, donde se formaron con becas de fundaciones como la de Nelson Rockefeller, Ford, Guggenheim, tan anheladas por la juventud latinoamericana, de entonces y actual.
Todo se derivó del derrocamiento de Salvador Allende, cuyo ejemplo de socialista que probaba que podía implantarse este sistema por la vía pacífica, no podía ser tolerada por Estados Unidos. Henry Kissinger, del Departamento de Estado de los Estados Unidos, con la CIA como Instrumento, planearon, organizaron, diseñaron y financiaron el golpe de Estado contra Allende, perpetrado hace 50 años, un 11 de septiembre, como hoy.