*USA intervino antes en todos los golpes de Estado e instauración de dictaduras.
De la redacción
El presidente Andrés Manuel López Obrador, consideró a Salvador Allende como el “apóstol de la democracia y la dignidad de Chile”, ejemplo y símbolo de dignidad para los servidores públicos de todo el mundo, víctima de un crimen horrendo.
El mandatario mexicano participó el lunes 11 de este mes en el acto con que en el Palacio de la Moneda, donde murió el presidente Allende, en medio de bombardeos a la sede de la presidencia de la República, se conmemoró la fecha de 1973, como día negro para la historia de América Latina, por el sangriento golpe de Estado e instauración de la dictadura de Augusto Pinochet, quien traicionó al jefe de las instituciones.
A nombre del pueblo y gobierno de México, el presidente López Obrador entregó en forma póstuma a quien fue mandatario demócrata la Orden Mexicana del Águila Azteca en grado de collar, la más alta distinción que otorga a extranjeros nuestro país. La recibió la senadora Isabel Allende, hija del mártir de la democracia, defensor de las libertades y la justicia.
En los últimos días el tema del golpe militar, la traición de Pinochet y el derramamiento de sangre, con desaparecidos, encarcelados, expulsados del país volvió a debatirse, porque constituyó la ruptura del orden constitucional y del proceso democrático sui géneris, con la intervención decidida y decisiva del gobierno de los Estados Unidos.
La potencia militar tiene una larga y tenebrosa historia de intervenciones en naciones latinoamericanas y caribeñas, que incluye invasiones armadas directas, planeación, organización y financiamiento a golpes de Estado.
Entre las invasiones, la peor fue la que sufrió México en 1847-1848, que representó la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio, pero las llevó a cabo en Nicaragua, República Dominicana, Cuba, Panamá, Granada y Guatemala.
La particularidad de su intervención en el golpe militar contra el presidente Allende fue que tuvo como finalidad cancelar la posibilidad de la implantación del socialismo por la vía pacífica, electoral.
Estados Unidos tenía y tiene capacidad para aplastar movimientos guerrilleros, como lo hizo con el apoyo de los ejércitos latinoamericanos en numerosos países, pero la iba resultar casi imposible contener una rebelión electoral continental de corte izquierdista, y por eso se ensañó con el gobierno de Salvador Allende.
No le importó el baño de sangre que financió en Chile, y eso es lo condenable y por lo cual los 50 años de la traición de Pinochet, la muerte de Allende y de miles de chilenos, la tortura, encarcelamiento y el exilio, pero sobre todo, los motivos y objetivos estratégicos del golpe, es lo que no se olvida, ni se olvidará.
Tampoco se borra el hecho de la resistencia del pueblo chileno a la dictadura, su confianza en la democracia y sus libertades y la recuperación de las mismas.