*Parece que el fantasma de Julián Quiñonez obligó a los mexicanos a jugar bien.
De la redacción
En lo que ha sido el mejor partido en la corta dirección técnica Jaime Lozano, y de mucho tiempo, la selección mexicana de fútbol probó que puede jugar bien. Hizo un gran partido la noche del martes frente a su similar de Alemania, en Filadelfia, Pensilvania (Estados Unidos) y empató a 2 goles.
Jugó tan bien que hasta Uriel Antuna anotó en un segundo partido consecutivo, y Guillermo Ochoa tuvo acertadas salidas para atrapar balones, precisamente su debilidad.
No obstante, lo importante es que tuvo un buen juego de conjunto, como no se vio en el reciente Mundial, y también mostró deseos de triunfar y desempeñarse bien, frente a una potencia futbolística, si bien no está en su mejor momento.
Otro ejemplo de la enjundia y de no achicarse frente al rival, varias veces campeón del mundo fue el gol anotado de cabeza por Erick Sánchez, un jugador chaparrito, pero que sorprendió a un defensa teutón de casi dos metros de estatura.
El equipo representativo mexicano no cuenta con grandes estrellas a nivel mundial, como los tiene Alemania, especialmente en Sané, pero no se achicó en el partido, y elaboró buenas jugadas.
Dicho empate a 2 goles fue justo, pero lo positivo fue que la selección mexicana jugó sin complejos a la poderosa y disciplinada selección de Alemania, que no se presentó sólo a cobrar, sino quería ganar el partido y luchó con todo para lograr ese objetivo frente a un rival que suponía débil.
También el equipo mexicano mostró que puede jugar bien, aunque pocas veces lo hace, y por ello el juego, aunque amistoso, resultó interesante. Ambas selecciones pudieron ganar, porque generaron muchas oportunidades de anotar.
Santiago Jiménez, una de las estrellas emergentes, desperdició una gran oportunidad de anotar, pero desplegó un gran esfuerzo, como casi todos, mientras Hirving Lozano mostró la misma clase y enjundia que pone en todos los partidos, en sus equipos y en la selección. También padeció las acostumbradas faltas de los rivales.
Medio en broma y medio en serio algunos cronistas comentaron que tal vez el “fantasma” de Julián Quiñones, el nuevo seleccionado nacional, motivó al equipo y especialmente a quienes competirán con él en su posición, pero el desenvolvimiento del grupo fue bueno, y los aficionados mexicanos deben exigir que siempre o casi siempre jueguen así.
No afloraron el deficiente juego de conjunto, la falta de entendimiento, los errores en los pases, aunque la defensa falló en el primer gol alemán, lo que ante un rival como el del martes eso se traduce en anotación.
La selección jugó mejor que el juego previo en que derrotó a la selección de Ghana, integrada por varios jugadores marrulleros y demasiado rudos. Es deseable que el buen partido que ofreció la selección mexicana de fútbol no sea flor de un día.