*El puerto ha sido durante décadas el destino favorito del turismo nacional.
De la corresponsalía
Acapulco, Gro.- A casi una semana de la devastación de esta ciudad y puerto por el huracán “Otis”, la desolación y la angustia de cientos de miles de personas es el denominador: sus casas sufrieron daños y quienes contaban con un empleo en la actividad turística lo perdieron o fueron suspendidos temporalmente.
Hasta el viernes pasado habían sido encontrados 33 cuerpos sin vida, pero se teme que las víctimas sean muchas más. Los daños materiales son, por mucho, los mayores ocasionados por un huracán en la historia del estado de Guerrero y del país. Ni siquiera pueden cuantificarse todavía.
En este escenario, las autoridades federales, estatales y municipales apelaron a la solidaridad de los mexicanos para con la población guerrerense damnificada, especialmente solicitaron la donaciòn de alimentos no perecederos, productos para higiene personal y cobijas. La escasez de agua y alimentos, combustibles y energía eléctrica es grave. Grupos de personas incurrieron en actos de rapiña en los supermercados, como expresión de una verdadera crisis humanitaria.
El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió visitar el puerto, aun con las carreteras dañadas, y el viaje que de manera normal toma menos de 5 horas entre la capital del país y este puerto, al mandatario le ocupó 9. Incluso tuvo que caminar 4 kilómetros para poder pasar por un tramo cerrado por los estragos del huracán. Por cierto, una unidad del ejército que abordó en la carretera federal Chilpancingo-Acapulco, se atascó en el lodo y no le fue de utilidad.
Desde el jueves pasado anunció que estaría en marcha un plan de re construcción y mejoramiento de viviendas, y comprometió a su gobierno a apoyar a los damnificados, “nadie quedará olvidado”, advistió. Para ello, desde ese día personal de la Secretaría del Bienestar comenzó a levantar un censo de las viviendas dañadas.
Elementos de la SEDENA, la Marina, la Guardia Nacional, de Protección Civil federal y estatal y policías de la entidad y el municipio brindaron apoyo a la población desde la madrugada del miércoles.
La organización de dueños de hoteles dio a conocer que el 80 por ciento de estos establecimientos resultaron con daños, de severos a menores, pero repararlos llevará tiempo, por lo cual las actividades han sido suspendidas total o parcialmente, y no se reanudarán de un día para otro.
En estas condiciones, las familias de trabajadores de la industria turística están padeciendo, porque los salarios de los empleados no son elevados y la mayor parte de sus ingresos provienen de las propinas, inexistentes por ahora.
Esta ciudad y puerto y municipios de la Costa Grande y la Costa Chica quedaron incomunicados los primeros días del desastre, porque las torres de alta tensión, de conducción y distribución de energía eléctrica de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) fueron derribadas por el huracán. Casi no quedaron postes de pie.
Lo mismo ocurrió con la infraestructura de Teléfonos de México (Telmex), por lo que no funcionaron los teléfonos, ni Internet. Esto generó preocupaciones entre la población, pues aun cuando sus familiares viven en las zonas urbanas o rurales del municipio, no tuvieron información sobre las condiciones en que se encontraban.
Además, no había transporte, mientras las calles quedaron cubiertas de cristales y escombro desprendidos de los edificios, postes, palmeras y grandes árboles derribados por la fuerza del huracán, cuyos vientos alcanzaron los 270 kilómetros por hora, con rachas de hasta 330 kilómetros, según las mediaciones de los servicios de la materia de México y Estados Unidos.