*Le faltaba un año más en el cargo.
De la redacción
El ministro Arturo Zaldívar, quien fuera presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) hasta diciembre del año pasado, desde donde denunció la corrupción y el nepotismo en el Poder Judicial Federal, renunció a su cargo en carta dirigida al titular del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador. En el breve texto explicó que su ciclo se agotó en la Corte, en la cual estuvo 14 años y debía terminar su período hasta noviembre del año próximo.
Adelantó que no descarta seguir trabajando desde otro sitio para transformar al país, en favor de los que menos tienen y más necesitan. Esto fue interpretado como su intención de incorporarse a la cuarta transformación; sobre todo, porque después apareció en una fotografía con la coordinadora de los comités de defensa de ese movimiento y proceso, Claudia Sheinbaum, generando la irritación de los adversarios del poder fáctico mediático y académicos adversarios del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Todos sus críticos guardaron absoluto silencio cuando el ministro Eduardo Medina Mora renunció a su puesto, por presuntamente haberse detectado que se había enriquecido en forma desmesurada. Ni siquiera dio explicación sobre los motivos de su decisión, y los ahora cuestionadores de Zaldívar nada comentaron ese año de 2019.
Entre los críticos más rabiosos estuvo Amparo Casar, quien fue jefa de asesores del secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda, en el sexenio de Vicente Fox Quesada y desde ahí operaron la maniobra del mandatario para desaforar al entonces jefe del Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, para inhabilitarlo como candidato presidencial.
En su crítica a Arturo Zaldívar dijo que perdió la decencia. En redes sociales le respondieron que quien perdió la decencia es ella, porque cobra en la embajada de Estados Unidos para combatir al gobierno del presidente López Obrador y otros cientos de miles de pesos mensuales como cabeza del grupo “Mexicanos contra la Corrupción”, fundado por Claudio X. González, operador político de la ultraderecha empresarial y dirigente de facto del PRI, PAN y PRD en el Frente Amplio por México.