De la redacción
No se sabe si Claudio X. González Laporte, padre de Claudio X. González Guajardo, operador político de la ultraderecha empresarial y dirigente de facto del PRI, PAN y PRD, fue cínico, sincero o cínico y sincero al mismo tiempo, al rechazar que al sector empresarial le interese que existan mucho pobres en el país.
Aseveró que eso es falso y que, por el contrario, a los empresarios les conviene que todos los mexicanos tengan ingresos suficientes para vivir bien, pues así consumen más, lo cual le conviene a los inversionistas: tener clientes reporta ganancias; los pobres no tienen capacidad de compra, no son clientes y no dejan ganancias.
Su razonamiento tiene lógica, pero es alto el porcentaje de los grandes empresarios que paga bajos salarios a sus trabajadores, y ya se sabe que los niveles de bienestar y capacidad adquisitiva dependen de los buenos ingresos de los asalariados, cuyo pago corresponde a los patrones, como es el caso de González Laporte, quien ha sido incluso dirigente del organismo cúpula de las organizaciones de la iniciativa privada: el Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
Sostiene ahora una posición contraria la que tenía cuando dirigía al CEE, cuando negaba aumentos salariales al menos del mismo nivel de la inflación, con el argumento de que elevar salarios, comenzando por los mínimos generales, aceleraba la inflación. Esto se demostró falso, pero durante décadas justificó la pérdida del poder de compra de los ingresos de los asalariados.
