*Las actividades productivas se encarecen por costos financieros mayores.
De la redacción
La economía mexicana marcha bien, mucho mejor de lo que se esperaba por los efectos de la pandemia, que ocasionó una caída del 8.0 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2021. Los problemas agregados a la economía mundial por la invasión de Rusia a Ucrania se padecieron en México, pero aun con esas desventajas del entorno internacional, crecen las inversiones, el empleo, las reservas internacionales y se consolida el peso.
No obstante el optimista escenario económico, hay un factor no suficientemente analizado en sus efectos en el mediano y largo plazo: la alta tasa de interés, comparada con la de los socios comerciales de México. A pesar de una baja significativa en el índice inflacionario de este año, que en la primera quincena de agosto se ubicó en 4.67 por ciento, la tasa de interés de referencia se mantuvo en 11.5 por ciento.
Hay países agobiados por una acelerada carrera alcista de tasas de interés, que se expresan en una elevada inflación, entre los que sobresalen Zimbaue, con 150 por ciento; Argentina con 118 y Venezuela, con 55 por ciento. Frente a esas naciones, los réditos bancarios mexicanos son reducidos; no obstante, son elevados si se compara con los niveles de las tasas de interés de los socios comerciales del país en el TEC-MEC.
Las tasas de interés en cualquier parte del mundo impactan los costos de producción y operación, porque las empresas en mayor o menor medida funcionan mediante financiamiento. Si se pagan altas tases de interés el peso de su carga financiera impacta negativamente los costos de producción, y se traduce en desventajas competitivas frente a las mercancías producidas en países con tasas de interés más bajas.
De acuerdo con información estadística oficial, en Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, estos momentos su tasa de interés es del 5.5 por ciento, mientras en Canadá, el otro participante en el TEC-MEC, es de sólo 5.0 por ciento. En estas condiciones, el costo financiero de las empresas mexicanas es del doble, lo cual no es saludable, y debería valorarse con seriedad y responsabilidad, porque el buen desempeño de la economía nacional oculta esta otra realidad inconveniente.