*Difícil escenario económico tenían en la nación, ahora será peor.
De la redacción
El ultraderechista presidente argentino Javier Milei es un hombre de palabra. Ayer les cumplió a sus electores y a todos sus gobernados la promesa de campaña de desampararlos y empobrecerlos más. Devaluó al peso. Encareció al dólar en más de un ciento por ciento. Modificó la paridad de la moneda de su país frente a la divisa estadounidense.
La elevó de 381 pesos hasta los 800 pesos y anunció, por conducto de su ministro de Finanzas, Dante Caputo, la reducción de los programas sociales y estimó que la inflación de casi 150 por ciento podría llegar al 300 por ciento anuales. De facto dejó en manos del mercado la responsabilidad de atender las necesidades de los más pobres.
De la misma forma, para reducir el déficit fiscal (la relación ingresos-gastos) reducirá el subsidio a la energía y el transporte, la cancelación de los contratos laborales de los servidores públicos que lleven menos de un año trabajando para el gobierno federal, y que terminará con la adicción de las autoridades de gastar más que lo que ingresa a la hacienda pública.
Por si fera poco, canceló el programa de obras públicas. No licitará ninguna, y las que ya estaban contratadas serán descaradas si todavía no comienza su ejecución, y advirtió que estas duras medidas son para evitar una catástrofe, y hasta los medios informativos, que tanto lo ayudaron al atacar permanentemente al gobierno de Alberto Fernandez, padecerán temporalmente, porque no les dará publicidad.
Las acciones incluyen la reducción de los ministerios de 18 a 9; de las secretarías (allá el gabinete es de ministerio, de los cuales dependen las secretarías) de 106 a 54 y de las subsecretarías, de 180 a 140.
Las medidas adoptadas por gobernante argentino contra el frágil bienestar de la mayoría de la población fueron recibidas con entusiasmo por el Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los principales instrumentos que permitieron la implantación del neoliberalismo a escala planetaria. Lo felicitó, lo que fue interpretado como la confirmación de que las medidas son nocivas para los argentinos.