*En Acapulco ofrecen falsos apoyos a los damnificados, a cambio de dinero.
De la redacción
Los criminales impactan a la sociedad con sus atrocidades, como las masacres y la saña aplicada a las víctimas, muchas de ellas, descuartizadas vivas; otras, desaparecidas, torturadas, asesinadas y sepultadas en forma clandestina.
No obstante, hay un tipo de delincuentes no violentos, pero igualmente deshumanizados, como lo son quienes operan a través de Internet, como se ha documentado en los últimos días.
Estos malhechores no reflexionan sobre los daños a las personas pertenecientes a los grupos más vulnerables, urgidas de solidaridad y apoyo por padecer situaciones extremadamente difíciles.
En Acapulco, la ciudad y puerto golpeado por el huracán “Otis” en octubre, quedaron damnificados más de 500 mil vecinos; es decir, más del 50 por ciento de la población total, por daños a sus viviendas y enseres domésticos.
Y en los últimos días aparecieron en redes sociales avisos de supuestos apoyos gubernamentales, especialmente en materiales para la construcción, específicamente del ayuntamiento de ese destino turístico.
Pero no existe ese programa de carácter municipal, lo aclaró la comuna y alertó a los damnificados a no caer en el engaño: sobre todo, para que no entreguen dinero, que les piden los delincuentes para entregarles los apoyos.
Para este intento de estafa, los delincuentes utilizan papelería y logotipos del municipio de Acapulco; es decir, falsifican documentos, en una situación doblemente condenable: por tratarse de un delito y por hacer víctimas a familias dañadas por el fenómeno y urgidas de respaldo solidario, no de estafa.
La misma situación se repite en el Estado de México, aunque en circunstancias distintas, según denunciaron las autoridades, quienes alertaron a las mujeres indígenas para no creer en lo que ofrecen.
Como en Acapulco, también en suelo mexiquense el intento de estafa utiliza documentación apócrifa, para hacer creíble sus ofrecimientos de apoyo inmediato, dirigido a las mujeres indígenas.
Tratan de aprovechar el “Programa Mujeres en Bienestar”, dirigido a las mujeres mexiquenses más pobres, particularmente a las indígenas. Les ofrecen anticipar los pagos del apoyo, a cambio de dinero.
En ambos casos se trata de criminales deshumanizados, que no les importa dañar al segmento poblacional más vulnerables. Son criminales despiadados, que no cometen delitos atroces, pero que perjudican a los más urgidos de solidaridad.