De la redacción
Poco más de 15 días después de anunciar su retiro temporal del periodismo, por padecer una enfermedad, ayer dejó de existir la periodista, escritora y conductora de programas de radio y televisión, pero especialmente una cronista que pudiéramos llamar, de lo humano. Falleció a los 82 años, 9 años después de la partida de su esposo, el escritor y ensayista José Emilio Pacheco.
Se desaparición física sacudió y entristeció al mundo cultural de la capital de la República y a sus lectores, televidentes y radioescuchas en todo el país y fuera de él, porque logró el sueño de todo comunicador: el que se identificaran con ella. Ante el anuncio de su retiro del periodismo, existió la esperanza de que fuera temporal y reapareciera, una vez superado su problema de salud. Ya no fue posible, y como se dijo en este espacio cuando dejó sus actividades, Cristina Pacheco hará mucha falta.
La escritora hizo famosos sus programas de televisión “Aquí nos tocó vivir” y sus crónicas que publicaba los domingos en la contraportada y con pases al interior en “La Jornada”, tituladas “Mar de historias”, donde narraba la vida de personas, en su mayoría, mujeres, con sus problemas, angustias económicas, empleo o desempleo, carencias, amor y desamor. Como periodista recibió premios nacionales.
El trato dado a las personas humildes en sus crónicas fue siempre respetuoso, comprensivo y solidario. Por estos elementos y por su brillante prosa, los lectores de “La Jornada” era lo primero que leían los domingos en el cotidiano de formato tabloide.
Cristina Pacheco colaboró en “Unomásuno”, cuando este diario era el mejor en lengua española del mundo. Compartía periódico con Carlos Monsiváis, Fernando Benítez, Elena Poniatowska y otros grandes intelectuales, cuando no se había fundado “La Jornada”. Hizo un periodismo lejos del estridentismo, de la vanidad y mucho más, del mercenarismo. ¡Descanse en paz!