*Un problema familiar trascendió ese ámbito y dañó la ya dañada imagen del PRI.
De la redacción
El nuevo presidente municipal de Toluca, Juan Maccise Naime, comenzará el 2024 con los retos descomunales, como ninguno de sus 124 pares: poner orden en el caos administrativos dejado por su antecesor, Raymundo Martínez Carbajal, y restaurar hasta donde sea posible, la muy deteriorada imagen de su partido en el municipio, según un análisis de este medio informativo.
Ninguno de sus antecesores se encontró el municipio en condiciones similares. Los problemas de insuficiencia y mala calidad del agua potable que dota y cobra el ayuntamiento, la inseguridad pública, las malas condiciones de las calles, que las hace intransitables, más la deuda públicas, constituyen graves problemas que debe resolver el actual alcalde de la capital del Estado.
En el plano político, los problemas familiares del anterior gobernante municipal, que no pudo procesar y resolver civilizadamente su antecesor, arraigó en la población la idea de que si los priistas no son capaces de superar sus problemas familiares, menos capacidad tendrán para solucionar los problemas cerca de un millón de toluqueños, lo que en la actual condición preelectoral se convierte en una presión adicional para el político priista gobernante, quien como persona tiene alta respetabilidad.
En estas condiciones, el proceso electoral por la alcaldía, las diputaciones federal y locales de Toluca, más el de senadores y diputados federales, se presenta adverso para el priismo, tanto al interior de la alianza que mantiene con el PAN, como ante el electorado municipal.
Para el grueso de la población y los votantes, Raymundo Martínez representa al PRI, un partido dañado por la corrupción, la ineptitud y el ejercicio del poder en forma patrimonialista, e injustificadamente esta percepción social se extenderá a la o al candidato que postule a la alcaldía tolucense.
Esta percepción difícilmente podrá cambiarla Maccise Naime, y correrá el riesgo de que el PRI pierda frente al PAN antes de la jornada de votación del 2 de junio; es decir, le arrebate la candidatura su aliado el priismo, sin que el alcalde priista pueda evitarlo.
Estos problemas no los enfrentó antes ninguno gobernante municipal, los cuales, de haberse presentados, hubieran estado en condiciones de resolverlos con relativa facilidad, porque el PRI no estaba en riesgo de perder en las urnas.